Quién repartirá esta vez el presupuesto de la nación

Quién repartirá esta vez el presupuesto de la nación

Todo parece indicar, por el silencio sepulcral con el que intentan tapar todo lo que concierne al tema, que este podría irse por el caño de la repartición de la repartidera

Por: Carlos Roberto Támara Gómez
diciembre 10, 2018
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
Quién repartirá esta vez el presupuesto de la nación

Ahora que se dice que no habrá mermelada la defensa social debe extremarse al máximo. ¿Qué será lo que traman? ¿Qué inteligencia superior estará detrás de la nueva estratagema?

Ya casi estamos en la etapa del uvismo generalizado, período de la política colombiana en que quienes están en el poder hacen y deshacen, están en la uva, en una feria de contratitis tan inmisericorde como despiadada. El uvismo es el instante fugaz pero lamentable de los Gloriosos en la que, incluso la prensa que está atornillada con el capital, hace de la vista gorda. En alguna parte el monstruo de Odebrecht acecha. Odebrecht no es una enfermedad ocasional y pasajera. Odebrecht es la enfermedad. Por eso quienes en la prensa advierten, luego son los protagonistas de la fase siguiente, la de los Dolorosos. Esta incluye la nueva farsa de la supuesta investigación por los fiscales.

Pero, ¿cuántas veces seguiremos viendo esta película? ¡No! ¡No! Estamos equivocados. No se trata de películas. Hay algo en la semiología del cine que podría ayudarnos a comprenderlo: Netflix nos está trayendo series completas de cuatro y cinco temporadas. Por favor, no es hagan ilusiones.

¿Qué quiere decir eso? Quiere decir, sencilla y llanamente, que Odebrecht se repetirá, pero más gravemente. Aunque esto merece una explicación. Recuerden que Odebrecht impuso en Colombia un nuevo paradigma: cada fase incluye una coima. Y cada coima varias reparticiones intestinas.

Bueno... La explicación parte de admitir que el sentido y significación de este presupuesto, y los sucesivos de este cuatrienio, no tiene el mismo que ha tenido históricamente. De alguna manera lo han estado diciendo algunos economistas pero sin agregar el componente político. Aunque sea solo una sospecha, nuestros economistas eluden sistemáticamente la economía política por un prurito de no parecer marxistas. Claro, también pueden actuar como en las series Netflix. Obsérvese que allí nunca jamás aparece la urdimbre espesa del poder que alimenta las tramas. Nunca jamás un gobernante llega a responder ante la ley. Ese monstruo Odebrecht de sucesivas coimas se oculta perniciosamente. En nuestro presupuesto que es fraguado en el congreso, la política pareciera difuminarse. Aunque luego las obras aparecen bajo la denominación clientelista de un congresista que pujó por ellas y obtuvo las partidas…y es dueño de las coimas.

Netflix y Odebrecht esconden una metáfora. Nuestro presupuesto se ha vuelto geopolítico.

Por eso este presupuesto es distinto: se va a ejecutar en las condiciones reinantes de una consigna que ya casi se apodera del continente. La economía política de America First Again. Diabólicamente lo que dice Trump siempre es USA First Again.

¿Y eso qué quiere decir?

Quiere decir que lo que ha estado haciendo Donald Trump nos está jodiendo. Si la Reserva Federal está aumentando las tasas de interés para salvar a los Estados Unidos, eso nos deja a toda América Latina, con una escasez de capitales y divisas que hace que lo poco del ahorro que podamos hacer con lo nuestro resultará imprescindible por no decir que crítico. Nos deja sin dólares cuando Estados Unidos está inundado de ellos. Es impresionantemente catastrófico. Tienen toda la plata del mundo pero bien costosa.

Eso implica que la feria de vanidades política que implica la repartición del presupuesto debería impactar mucho más nuestra conciencia política tradicional, sobre todo cuando nos dicen que no habrá mermelada. La lectura es obvia, por no decir que infantil: en tiempos de tanta escasez la mermelada pasa a ser todo el capital que tenemos para defendernos. Y, obvio, los ricos la quieren toda para ellos. La estrategia será dividirla entre la menor cantidad posible. Así habrá menos bulla, mucho más sigilo. Odebrecht a la quinta potencia.

¿Y para dónde irá? ¡Para las zonas que ganaron las elecciones!

Pero, ¡alerta!, ¡urgente!, ¡última noticia!, el asunto no se queda allí. Pueden jurar que será más tétrico. Si hay escasez de divisas como se anuncia, volverá el narcotráfico a validarse como una opción de ventanilla siniestra proindivisa, es decir, regada por todo el cuerpo sin proporciones diferenciadas. Si vuelve el narcotráfico, entonces habrá nuevas y enormes guerras de repartición del territorio.

Es esto suficiente. Nanay, cucas. Todavía hay más.

En efecto, lo lógico será decir que habrá contracción del gasto público social. Contracción del gasto social con insurgencia del narcotráfico es un cóctel molotov servido en bandeja para la protesta social impulsado y estallado desde arriba. ¿Qué tan arriba? ¡Trepe lo más que pueda y siga trepando que para llegar al cielo se necesita una escalera grande y otra chiquita!

Y entonces, cómo es eso que desde el congreso, solo un Dios puede aún salvarnos de la debacle presidencial. En la fase del uvismo, cualquier noción, aunque sea mínima de mermelada es clave.

Bueno, hay algo de razón en ello. La verdad es que el presidente no ha hecho méritos suficientes para estar dentro del pastel. Es casi seguro que seguirá la zaga de todos los presidentes de Colombia. Impolutos. Seguramente se conformará con su sueldo y el honor de ser presidente. Además, ya fue con su séquito a París. A las Naciones Unidas. Podría seguir viajando cuanto quiera, gratis. Sus viáticos serán en dólares. ¿Qué más puede pretender si no tiene votos propios, ni siquiera entre sus antiguos amigos de bancada?

Menos mal que esa ha sido siempre la tradición presidencial colombiana porque zafar de taquito a un presidente necesitaría un ser superior. Uno de la misma talla o de talla superior. Eso no lo hace cualquiera. Obsérvese que es como si dijéramos que estamos andando en medio de un flagrante falso positivo presidencial. Y eso no es lo que estamos viendo. ¿O, sí?

En estas espesas elucubraciones yo estaba cuando cayó en mis manos una lectura de The Guardian, londinense. Un tipo llamado David Bennun escribe: “Prepárate, Gran Bretaña. Brexit está a punto de enseñarte lo que realmente es una crisis”. El Bennun es de Kenia y aunque advierte a gritos que Gran Bretaña no es Kenia, se atreve a decir: “Las instituciones democráticas, el estado de derecho, la infraestructura cívica, una cultura de gobierno local y nacional en la que la corrupción, aunque siempre presente, es excepcional en lugar de institucional: estas cosas, defectuosas como pueden ser y cada vez mejoradas como son, llevan generaciones, Incluso siglos para construir. Pero una vez que se derrumban, pueden derribar a una velocidad aterradora y con un efecto aterrador. Gran Bretaña ha olvidado cómo es eso”.

Una advertencia como esas cuando todavía estamos en la fase presupuestal de los gloriosos en Colombia podría ser sacrílega. Pero no es para menos, lo que pasa es que Bennun está mirando a Gran Bretaña, bajo el espejo de las marchas en París que, según parece, son una revuelta campesina Aunque sabemos que, vaya coincidencia, toda nuestra ideología independentista provino de alguna pinche traducción de la Declaración de los Derechos Humanos, que harían conjuntamente, Antonio Nariño y José María Cabal. ¿Cierto, María Fernanda?

Les dejo con esta otra cita, anticipo de la fase de los Dolorosos pues no vayan a creer que nos la van a perdonar: “Cuando los adultos fracasan, como lo hacen periódicamente, y mal, lo que necesitas son mejores adultos. Han ocurrido cosas horribles, y suceden, en este país, principalmente como resultado de una mala política y una promulgación peor. No es necesario que haya personas sin hogar, dependencia de bancos de alimentos o áreas privadas gobernadas por delincuentes y acosadores. Podemos permitirnos actuar contra estos males, pero dejamos que sucedan de todos modos. Eso nos avergüenza. Entregue las llaves y los controles a los adolescentes eternos, populistas de cualquier franja, y lo que obtendrá es una situación en la que esa elección ya no existe”.

Nota: La cita, ¿solo un dios puede aún salvarnos?, es una de mis frases enigmáticas preferidas. Heidegger tira la toalla en su intención de definir la técnica, y yo de convertirla en un algoritmo.

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