Esta semana la opinión pública del país se encontraba atenta a lo que ocurriera en las reuniones entre el gobierno nacional y los líderes estudiantiles representados en Unión Nacional de Estudiantes de la Educación Superior (UNEES), quienes regresarían a la mesa de negociación después de más de un mes de estar en paro.
En esas reuniones se discutirían las estrategias del gobierno nacional para sacar a las universidades de la crisis financiera en que se encuentran. De esas reuniones espera la sociedad colombiana unos acuerdos claros que permitan que la universidad pública recupere el papel protagónico que con un presupuesto digno le permita desempeñar sus labores como centros del saber en la sociedad colombiana, para así plantear propuestas de solución a sus dificultades donde la formación de los profesionales que egresan de sus aulas estén realmente formados y actos para resolver esos problemas. Por ello, el paro universitario no se puede ver como un acto de soberbia de los estudiantes, y no es que algunos sectores democráticos quieran incendiar el país como lo han hecho ver algunos medios de comunicación. Este paro se realiza con toda la justificación del caso.
Ante la demanda del movimiento estudiantil con sus voceros representados en la mesa de negociación, quienes han ganado protagonismo para defender los intereses de las universidades públicas por un presupuesto digno, con ello un modelo de universidades que configure un modelo de sociedad democrática y pluralista. En el marco de esa realidad como exactivista del movimiento estudiantil nacional y afro, me pregunto ¿dónde queda la reivindicación del movimiento estudiantil afrocolombiano y la demanda de las universidades públicas ubicadas en sus territorios? Para nadie es un secreto que la condición de las universidades públicas ubicadas en territorios de comunidades negras, como son la Universidad Tecnológica del Chocó, la Universidad de Nariño sede Tumaco, la Universidad del Pacífico en Buenaventura única universidad producto de la ley 70 de 1993 o ley de comunidad negra se han mantenido en una crisis agónica que hace que tengan las matrículas más cara con relación a la situación socioeconómica de la gente que está en su territorio.
Por otro lado, el pliego de reivindicaciones del movimiento estudiantil representado en la Unión Nacional de Estudiantes de la Educación Superior (UNEES) no contempla esas particularidades que son reales en estudiantes de grupos étnicos, sea en las Universidades de sus territorios o en las grandes Universidades de las principales ciudades.
En la reunión adelantada el día de ayer entre representantes de estudiantes y el gobierno nacional no había ni un solo estudiante de grupos étnicos que pueda colocar en el debate esas particularidades que antes que restarle al pliego del movimiento estudiantil, lo enriquecen y muestran otras realidades que el modelo político excluyente, clasista y racista esconde, el cual se sustenta en un sistema educativo que excluye, discrimina y menosprecia a las personas por su origen étnico y sus territorios. Tampoco tuvieron en cuenta a los estudiantes de grupos étnicos de universidades en territorios afros ni de la Universidad del Valle, donde hay un buen número de estudiantes negros y procesos organizativos estudiantiles, a pesar de que estos se desplazaran desde sus territorios a la capital.
Por consiguiente, es bueno traer a colación el movimiento estudiantil de 2012 representado en la Mane, que logró frenar una reforma universitaria nefasta para el sistema de educación superior pública y también construir una propuesta alternativa de educación superior, este proceso conformó una vocería de 25 personas en la cual tuvieron asiento de forma diferenciada dos estudiantes de comunidad negra y un indígena.
En aquel momento la Mane elaboró la propuesta alternativa de educación con la Mane Afro, quienes aportaron un acápite de contenido afro. Esta propuesta de Educación Superior de la Mane reconoció la composición étnica del país, dando cuenta de su diversidad étnica racial y territorial. Esta diversidad no es un invento, están presente.
La ley alternativa de educación superior de la Mane fue más rica en contenido, calidad y cantidad con el componente étnico afro, que por primera vez era visible en una propuesta de esta magnitud, esta experiencia no puede ser desechada por el movimiento estudiantil representado en la Unión Nacional de Estudiantes de la Educación Superior (UNEES).
Desde el palenque un cimarrón todavía.
