A propósito de la carta “UNA SEÑAL DE UNIDAD, UNA OPORTUNIDAD A LA ESPERANZA”

A propósito de la carta “UNA SEÑAL DE UNIDAD, UNA OPORTUNIDAD A LA ESPERANZA”

Por: Oto Higuita
marzo 05, 2014
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A propósito de la carta “UNA SEÑAL DE UNIDAD, UNA OPORTUNIDAD A LA ESPERANZA”
Imagen Nota Ciudadana

 

En una carta abierta dirigida a Clara López, Aída Avella, Piedad Córdoba, Cesar Pachón y Feliciano Valencia un grupo llamado Frente Amplio de las y los Colombianos en el exterior hace un llamado para hacer algo urgente por una candidatura ÚNICA alternativa del pueblo colombiano. Puede leerse en el siguiente link. (http://www.las2orillas.co/carta-por-la-unidad-de-la-izquierda/). EN dicha carta se nombra además de los y las citadas arriba a Marcha Patriótica. En vista de lo que allí se plantea y dice sobre los movimientos sociales y su dinámica social y política, me sentí impulsado a responder dicha carta en los siguientes términos:

La historia política de Colombia no se divide entre quienes van a las urnas y quienes se han negado a votar a lo largo de décadas por distintas razones, afortunadamente. Se podría mejor trazar una línea divisoria entre quienes están por la continuación de la guerra y quienes buscan la paz con justicia social. No es la estática realidad social y política que los ha hecho incrédulos, ni la ineptitud, ni la abstención beligerante de otros días, ni el voto en blanco si quiera lo que los aleja de participar en “política electoral” para rechazar dignamente la podredumbre de un sistema en su dimensión estructural. Tampoco es la simple respuesta a quienes han gobernado con todas las ventajas conocidas, la impunidad, la corrupción, el crimen de Estado y el saqueo de riquezas.
Que en Colombia se expolien riquezas como se ha hecho por largas décadas y se vilipendie consciencia y dignidad nacional, así suene retórico y banal, por una oligarquía abigarrada y paraca con aliados desclasados de todas los gustos y colores, con una potencia imperialista aliada de la trascendencia de la estadounidense, no es cuestión de poca monta que nos lleve así no más a dar el salto cualitativo porque hoy sí es posible y hay que darlo, participar unidos como izquierda en las elecciones.
A la diáspora del exilio colombiano le queda grande hablar de crear condiciones “subjetivas”, deberían ser más modestos y pedir que simplemente los acompañen con el voto a sus listas a cargos públicos. Las condiciones subjetivas no las construye uno afuera del país por más claridad política e ideológica que se tenga.
Porque la historia, y la colombiana lleva una larga cola de acontecimientos, hechos, luchas y contradicciones no resueltas que la hacen rica y más compleja que un numeral de calificativos y consignas lanzados en el afán final de la urna que cierra el domingo y que supuestamente nos abrirá las puertas a la apertura democrática y la participación política directa desde el parlamento.
Esa conquista política representada en millones de votantes con que siempre ha soñado la izquierda, por la que ha hecho poco para construir el proceso que garantice levantarnos en votos, no en armas, y por la cual poco ha hecho para erigir la consciencia social y popular que derrotará al enemigo en las urnas desde su largo y solitario exilio desde el que llaman a unirnos toda la izquierda, porque es urgente y necesario y es el momento, ese viento a favor que muchos están esperando.
Nuestra América sí está preñada de ricas experiencias de lucha y Revoluciones, por supuesto, pero donde las luchas electorales son hermanas menores, a posteriori, de grandes gestas históricas como la Revolución cubana que no se hizo a punta de votos, ni la nicaragüense, ni la boliviana, ni la venezolana, etc. O cuántos gobiernos derrotó primero en las calles a través de la lucha popular el pueblo boliviano, por citar un caso, antes de ajustarse en un largo proceso político y de lucha que le forjó la consciencia antes de lanzarse a la conquista del poder político en las urnas? O es que a Venezuela la han sacado de los ataques de la oligarquía y su aliado imperial las elecciones nada más? No han sido las movilizaciones masivas y populares, las batallas callejeras lo que la han sostenido más allá de vencer en las elecciones?
No se reorienta ni se refunda ni se hace un nuevo pacto social para la patria al candor de las urnas como algunos y algunas creen. Si fuera así de fácil ya todo estaría consumado. Por supuesto que la izquierda sigue siendo débil y no simplemente a causa de su división ´destructiva´, porque de aceptarlo estaríamos regalando por descontado una parte fundamental de la historia de este pueblo: la estrategia destructiva que aplicó la derecha durante los largos años de exterminio, no sólo físico, de la izquierda y la oposición. Y por qué hay que concederle ese big bang de la historia colombiana a los verdugos que se dividen ´creadoramente´ y nos destruyen impunemente?
Olvidan nuestros amigos y amigas en el exilio y algunos en Colombia que la unidad política de la izquierda no se alcanza por un decreto o un llamado con tono arrogante que se haga por más bien intencionado que esté. Desconocen además, que en el caso de Marcha Patriótica, desde el VI COPAN del 2013, decidió una consulta con sus bases, unas miles de organizaciones y colectivos que la conforman, sobre la participación electoral en las elecciones de este año. Y la respuesta mayoritaria de sus bases fue que Marcha Patriótica como movimiento social y político no participaría en éstas ni con su nombre ni con candidatos a su nombre. Y que dejaba en libertad a quienes quisieran apoyar candidaturas de partidos y organizaciones que hicieran parte de Marcha. Y esa decisión, fundamental en la construcción democrática de procesos de base y de movimiento social, no la cambia una carta llamando a la unidad express y oportunista de la izquierda desde el exilio.
Que Aida Avella haya llegado al país para asumir la candidatura presidencial a nombre de la UP y el PCC tras un largo exilio de 17 años y ante la efervescencia del V Congreso de la UP que la ovacionó, y con Piedad Córdoba dispuesta a cargarle las maletas de una aventura electoral incierta, plagada de confusiones, desacuerdos, amenazas, etc., no resolvía sino parcialmente la agonía en que se encuentra la izquierda y el movimiento social en su conjunto. Mucho más tras la reciente expulsión del PCC del Polo. Todo el mundo es consciente que un movimiento al que le acaban de devolver su personería jurídica, arrebatada a bala y exterminio del movimiento, no iba a surgir de las cenizas y su lanzamiento se iba a convertir en millones de respaldos populares después de estar ausente activamente de la política y la construcción del proceso político con las bases por más de una década. Cuando en el VIII COPAN del pasado mes de febrero se discutió la coyuntura electoral se pedía con argumentos y vehemencia que Marcha apoyara abierta y comprometidamente al candidatura presidencial de Aída y los demás candidatos de movimientos y partidos como el PCC y Poder Ciudadano, por ejemplo, como si fuera un asunto desconocido por Marcha, sus bases y los delegados al COPAN. Por eso se les preguntó allí, ¿cuándo estuvo Marcha presente y por medio de quién en la consulta de si era Aida Avella la candidata del Movimiento?
No se puede seguir pidiendo a los líderes o lideresas que revoquen decisiones que ya han sido tomadas por las bases. Eso simple y llanamente se llama oportunismo, es un método harto conocido y lejos de ser construcción y acuerdo político democrático y por la base de la izquierda. Se apela a los liderazgos nacionales como si por el hecho de serlo y ellos asumir una postura todas las bases y organizaciones fueran a seguir a éstos a las urnas. La política en el sentido nuevo, el del desafío de construir movimiento y procesos desde abajo nunca ha funcionado así. Los nuevos tiempos, los nuevos vientos y las nuevas generaciones ya no responden a esas viejas maneras de entender y hacer la política, menos cuando se parte de la agotada idea que el líder es quien decide por los demás.
Sí es cierto Colombia está sumida no en una sino en varias coyunturas que se pueden resumir en la clásica disyuntiva o paz o guerra. Ya hemos dicho que estamos del lado de la paz entendida como la conquista de la más amplia apertura democrática que garantice la participación hacia una democracia de derechos y justicia social. Que respaldamos los diálogos de la Habana por el fin del conflicto armado, y que el tránsito del conflicto armado al social, potenciará y relanzará la lucha política que incluye la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente, la movilización y el paro nacional agrario, étnico y popular, la participación en elecciones, pero no al calor de respuestas apuradas por intereses que aún no han madurado en multitudinarios y populares, ni por el cansancio y la soledad de la emigración y el exilio desgarrador, sino acorde a como se ajusten y desajusten las pesadas cargas que se lleva a cuestas de esta larga y oscura travesía de más de cinco décadas de lucha popular en Colombia.

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