Con tantas malas señales que se presentan, y ocurren a diario, en el mundo y en las vidas de las personas del común, es difícil pedirles, o exigirles, a los seres humanos capacidad de raciocinio, o de análisis, y a la par mesura, sobre esos hechos cotidianos, y por ello suponer que vamos a tomar las sendas más idóneas para así lograr aspirar a mejorar, o al menos a tratar de corregir los malos rumbos, o erróneas decisiones, que hemos venido tomando en general como humanidad.
En el caso particular de Colombia, en donde hemos estado enfrascados por mucho tiempo en largos periodos de violencia extrema, con una delincuencia común exacerbada, con movimientos guerrilleros a granel, con grupos paramilitares por montones, con el delito y el narcotráfico convertidos y transformados en unas formas casi normales de negocios, y con unas autoridades como instituciones oficiales, como la policía y el ejército en general, desbordados en sus reacciones contra esos delincuentes, y a la vez sobre todos sus habitantes inermes y contra los ciudadanos del montón, y al mismo tiempo haciéndose más que evidente el alto grado de parcialidad, y de favoritismo, de estas instituciones públicas sobre las clases altas y los dueños del poder, por más que estos actúen de maneras incorrectas y corruptas.
Para rematar, ahora en nuestro país se avecinan más torpes decisiones, como la injusta reforma tributaria, disfrazada eufemísticamente como una ley de financiamiento estatal, para ser ejercida y aplicada sobre una gran capa de la sociedad, sobre todo aquellos que, con gran esfuerzo y sacrificio venimos intentando abrirnos un espacio importante en nuestras sociedades, como personas con principios y valores democráticos, creando y acumulando riquezas y bienes para heredarles a nuestros hijos, o descendientes. Desechándose otras más obvias soluciones y medidas, por bastante tiempo enumeradas y definidas, como el control a la corrupción, eliminación de tantas exenciones, ataque frontal al contrabando, limitación al crecimiento de las instituciones estatales y tantas otras medidas de control de gastos oficiales, sin tener que atacar a los ciudadanos y a los habitantes de los países como el objetivo a mirar.
Con tantos conocimientos adquiridos, la humanidad en general, y las sociedades en particular, ya deben estar preparadas para saber actuar y regirse por normas y criterios sensatos, en pos de lograr generar ambientes de tranquilidad y de progreso sin producir tantos malestares entre sus habitantes, condición que se tiene que solicitar y exigir a todos nuestros dirigentes, sean estos políticos, académicos o religiosos, pues de resto es seguir condicionando o maltratando a una humanidad, que en su desespero y en su desconcierto, termina haciendo uso de herramientas, o de métodos absurdos, para con ellos intentar encontrar alguna solución, pero que igual, con el propio conocimiento adquirido, nos lleva a peores escenarios, como lo son la violencia y la drogadicción, donde muchos creen encontrar la solución de sus males.
