Hace apenas 11 meses, en diciembre del 2017, el joven caleño Sebastián Reina celebraba su grado como médico de la Universidad San Martin, ubicada en el sur de la ciudad de Cali. Poco tiempo después, por sorteo, Reina fue asignado para asistir la sala de urgencias del hospital Nivel 1 del municipio de Argelia, Cauca, durante su año de servicio rural.
Muchos de sus familiares le aconsejaron no irse. Le advertían de los riesgos y amenazas que en este territorio prevalecen hasta el día de hoy. Sin embargo, Sebastián, fiel a su vocación, empacó sus maletas y desde mayo de este año, se mudó al municipio caucano sin dejarse influenciar de las recomendaciones de sus allegados. El cariño y la confianza de la comunidad de Argelia se la ganó rápido. La motivación y ganas de servir de Sebastián le hizo nombre rápidamente y ya todo el mundo tenía que ver con él.
Su desaparición despertó una inmediata reacción de la comunidad, quienes, horas después de registrarse como desaparecido, salieron a las calles con pancartas y megáfonos reclamando su bienestar y libertad.
Se sabe que, en la noche del jueves 1 de noviembre, Reina salió junto con otros tres médicos a hacer deporte y posteriormente asistieron a una celebración de cumpleaños que se prolongó hasta las 4 de la mañana del viernes siguiente. A dicha hora, Sebastián decidió desplazarse solo a su casa, ubicada a menos de 5 cuadras del lugar de celebración. Él salió tranquilo escuchando música de su celular. Sin embargo, no llegó a su lugar de residencia y desde entonces no se supo nada de él.
Eso hasta el día de hoy, martes 6 de noviembre, cuando varios pobladores encontraron el cuerpo sin vida de Sebastián en las orillas del rio Juan de Micay sobre la vereda de Campo Bello, a 3 kilómetros de la cabecera municipal de Argelia. De los hechos se sabe muy poco: su cuerpo no presentaba heridas de armas de fuego, pero si un golpe por arma contundente.
De Sebastián solo se puede dar fe de sus buenas intenciones. Él soñaba con ser un buen médico, ayudar al país y nada más. Un buen hombre al que nadie había amenazado en un municipio, eso sí, cruzado por todas las violencias