Kilómetros y kilómetros de zona costera mirando eternamente hacia el Caribe no han sido suficientes para visionar la construcción de un anhelado puerto en el departamento de Córdoba. Cuando un ente nacional como la Agencia Nacional de Infraestructura hace mención de la palabra puerto(s) para el Caribe difícilmente se imaginan salir del eje Cartagena-Barranquilla-Santa Marta sin llegar a pensar en las posibilidades que pueden ofrecer las tierras fértiles del Sinú y San Jorge. En la medida que el país crece de la mano de la economía regional y mundial y de los diversos tratados de libre comercio, la falta de infraestructura descrita extensamente por muchos estudiosos afecta negativamente el comercio internacional colombiano. Recientemente fue publicada la noticia de que Colombia tendrá más siete puertos (Portafolio, 6 de febrero de 2014), de los cuales cuatro serán en el Caribe, y Córdoba más una vez, es destronada de la factibilidad y viabilidad portuaria necesaria, vivimos de espaldas al país.
Relatos históricos describen la frase célebre que me acostumbré a escuchar orgullosamente siendo niño en una emisora local de noticias: “Pobrecito del Perú si se descubre el Sinú”, atribuido supuestamente a los conquistadores haciendo adagio de las riquezas de estas tierras; pero cuando veo como nuestros hermanos Incas despuntan su economía, con crecimientos importantes a nivel regional entre los países emergentes, a base del aumento de capital y de la inversión en su infraestructura, la frase posee ninguna representación de la verdadera realidad. Estamos urgidos de un puerto estratégico que camine de la mano del desarrollo agroindustrial al estilo de la Orinoquía colombiana que sigue el modelo de la región del Cerrado brasilero. Modelo que convirtió al Brasil en una potencia agrícola mundial (Revista Semana, El “Cerrado” colombiano, 6 de noviembre de 2010), después de una ardua e intensa inversión en innovación, tecnología e infraestructura.
Que Córdoba no sea tristemente célebre por noticias de las que no podemos sentirnos orgullosos, (parapolítica, desnutrición infantil, bacrim, analfabetismo, necesidades básicas insatisfechas), pero sí como un polo de desarrollo agroindustrial donde se estimule la inversión y la calidad de vida de sus gentes. El impacto no solo sería a nivel del departamento, como también beneficiaría a esa despensa alimentaria como lo es la bella y sufrida región de los Montes de María y su conjunto de municipios de Sucre y Sur de Bolívar. El llamado es a hacer esfuerzos conjuntos, sin mezquindades institucionales, políticas y sociales, que nos saque de ese letargo que no nos permite visualizar las riquezas de ese suelo en el cual pisamos. ¡Córdoba es mucho más que el Ubérrimo!
Carlos Mario Donado-Pestana