Un seguimiento somero a las elecciones de mitaca en Estados Unidos está reflejando que es más profunda que la nuestra, quizás de manera similar a cómo su capitalismo está también mucho más desarrollado como concomita con la mayor potencia militar del mundo.
Aunque todo parece un maremágnum durante las entrevistas por televisión, un análisis cuidadoso permite entresacar algunas formas de cómo las diferencias, tanto como las similitudes, asoman de bulto con lo que ocurre en nuestro medio, y medios.
Observemos algunas preguntas y pongamos algo de lupa sobre las respuestas.
El domingo por la noche se le preguntó al candidato a gobernador de la Florida, Ron DeSantis, si creía que Donald Trump, quien lo respaldaba, era un buen ejemplo para los niños.
Gillum miró al anfitrión del primer debate de la carrera, Jake Tapper de la CNN, y dijo: "Estoy confundido por la pregunta".
"La pregunta", dijo Tapper, "es si piensa o no que el presidente Trump es un buen ejemplo para los niños de la Florida".
"Eso es lo que pensé", dijo Gillum, provocando risas de la audiencia. "No, no lo es. Donald Trump es débil, y actúa como lo hacen todas las personas débiles. Se convierten en matones, y el señor DeSantis es su acólito. Él está tratando de ser el aprendiz de Trump. A cada paso lo está tuiteando”.
Todo el entramado está dominado por la seguridad que una cadena como CNN debe tener. Existe tras ello el optimismo real que una cadena de esa categoría no va a ser intimidada, obviamente tampoco el anfitrión, por ninguna organización política por conspicua que sea, aunque imagino que aquí caben las proporciones. Cuando el debate sobre la guerra de Irak quizás el comportamiento hubiera sido distinto. Sin embargo, aquí yace una lección pues en Colombia la independencia de la prensa, tanto como de los periodistas, de los dineros provenientes de la propaganda y contratos del estado parece pesar todavía demasiado. Aquí se ve que la profundidad del sistema capitalista hace que CNN salga a defender su cuota de mercado, que no puede ser si no tras intentar una diferenciación con su competencia, que a su vez hace lo mismo. Por tanto, si el público no ve la diferenciación y deseos de buscar la verdad en cada una de las preguntas más sensibles, sencillamente baja el rating y la empresa pierde dinero, los accionistas se molestan y, lo más seguro, lo periodistas son despedidos. La profundidad de las preguntas del periodista revela la magnitud, el peso específico de la competitividad.
El tema de protección moral de la infancia también es elevado a su conspicuidad: nada menos que confrontar la propia acción del presidente de los Estados Unidos, como en las películas. Hay una semiología del poder implicado allí. Desde este punto de vista la calidad de la pregunta no solo interesa a sus ciudadanos, se convierte en un modelo para el mundo. Y es del caso que la respuesta corresponde a ese mismo aliento. No se descarta que Gillum haya sido sorprendido con la entereza de la pregunta, pero también puede suponerse por la reacción del público que haya querido suscitar algo de pimienta risueña para ambientar su contundente respuesta; o pudo haber necesitado cierto aire adicional y en este caso la manera como lo propició abrió expectativas y reactivó la intensidad de la pregunta.
Que detrás de Trump haya un ser endeble mequetrefe tirándoselas a todas horas de macho quizás se coluda con su ignorancia que ya casi se da tan sobre entendida como lamentable. Sin embargo, la inteligencia de la respuesta radica en que si ese comportamiento de Trump es tóxico para la infancia, se convierte en un mandoble mazazo si endilga que el contrincante republicano está bregando también a convertirse en un matón. A la calidad de la pregunta corresponde la calidad del candidato que ofrece una respuesta tan sólida y dispuesta, lista para apalear por partida doble. La palabra acólito minimiza la opción del oponente que en su ilusión nunca será Trump. Es evidente que si el periodista es bueno, el candidato debe ser mejor, es decir, debe estar muy por encima del enredo que suscita la pregunta. La independencia del candidato recubre los derechos que del ciudadano de a pie representa. Además, pone en audiencia alguna profundidad a la que el elector todavía no ha llegado en su opinión sobre el presidente pero que no duda en acoger; si la acoge es voto seguro. He allí la esencia de por qué el debate se justifica: purifica la opción del voto, la dota de una autoconsciencia ciudadana calificada.
La respuesta también revela cómo se convierte en modelo político del mundo. ¿Acaso no nos estamos casi que acostumbrando en Colombia a ciertas bravuconadas de algunos especímenes políticos, especialmente ubicados a la derecha del espectro que también pretenderían, a imagen y semejanza, siquiera fungir como acólitos de Trump? Por archireconocidos no vale la pena mencionarlos. Le superan en debilidad, y mucho más en matonería.
Hay un adjetivo que ha llamado adicionalmente mi atención y que por sí mismo atañe a la inteligencia del Gillum, que no por eso merece calificarse como “un ser superior”. Gillum acusa a DeSantis de aprendiz de Trump. Gillum al parecer mata dos o tres pájaros aquí. La reminiscencia al programa televisivo de Trump le hará recordar al televidente las sucesivas y calamitosas humillaciones con que se castigaba a los de aquel reality. Calificar de aprendiz a su oponente, ofrecer la alternativa plausible que Trump mismo es un aprendiz, tal y como la mayoría de la audiencia quería oír. Todo esto implica que este candidato tiene algo más que sesos.
¿Y qué se deja de la expresión a “cada hora lo está tuiteando”? No, ni siquiera es un aprendiz. De Santis roza lo abyecto y Gillum escoge la forma más elegante de decírselo. Ahora cito largo pues me parece clave.
“Tapper planteó el hecho de que DeSantis dijo que los votantes de la Florida no deberían "armarse de tonterías" al elegir a Gillum como el primer gobernador negro de la Florida y se negaron a devolver el dinero de un donante que llamó a Barack Obama la palabra N en Twitter.
DeSantis expuso su experiencia como oficial de la marina y su tiempo en Irak.
"Cuando estamos fuera de rango en Irak, no importaba tu raza. "Todos llevábamos el mismo uniforme, todos teníamos ese parche de bandera estadounidense en el brazo y eso fue el final de la historia", dijo. "Seré un gobernador para todos los floridanos".
Gillum dio a entender que DeSantis se había aliado con racistas a través de las redes sociales y discursos que había pronunciado.
"El comentario de Monkey Up lo dijo todo, y solo ha continuado en el curso de su campaña para atraer toda la atención que pueda al color de mi piel", dijo Gillum. "Y la verdad es, ¿sabes qué? Soy negro. He sido negro. Lo seré toda mi vida y, por lo que sé, moriré negro".
A ver, analicemos: DeSantis, se dirá, comete un error al tratar de minimizar la importancia que tiene para Florida escoger el primer gobernador negro; sin embargo, lo claro es que no tiene más escapatoria si quiere seguir siendo consistente con su ideología que en esta caso es más que ideología y eso es lo que se desenmascara. DeSantis odia a los negros y, mucho más, que le contiendan. Pero la la respuesta esconde algo de astucia pues pretende alejar del potencial elector la trascendencia del debate que es obvia: hasta ahora nunca ha habido gobernadores negros en la Florida y que sea durante un gobierno republicano que eso se materialice significa una enorme fortaleza para el voto negro. La pregunta trae al debate su importancia histórica. Quienes intervengan serán unos héroes.
En cambio Gillum asoma entre solapado y orgulloso. Gillum luce peluqueado al ras de manera que la forma naturalmente ensortijada de su cabello no sea demasiado evidente. Esto tiene la virtud adicional de bajarle unos años y mostrar el tamaño y forma de su cabeza. Luce atildado, pulcro. Es un negro diferenciado, sin embargo en su respuesta no escatima el refuerzo para magnificar su raza. La razón es por demás obvia: es el representante de una raza que por primera vez puede ser gobernador del estado de Florida.
“Gillum encabeza las encuestas sobre la carrera de Florida, que se decidirá el 6 de noviembre”.
En Colombia, ¿ha habido negros para las elecciones de gobernador de Antioquia, Santander, etc.?
Nota. La expresión voto negro es impropia. Me suena a metáfora y a elipsis, pero siendo lacónica corta por lo sano. Las citas son de Florida: el candidato a gobernador republicano se tambalea sobre Trump como modelo a seguir, aparecido en The Guardian, periódico londinense.