Hace unos años el maestro Daniel Moncada nos compartía sus reflexiones acerca del proceso de paz de las Farc-Ep con el Gobierno nacional. Una de ellas se basaba en el imperativo de meterle “masa a la mesa” para evitar precisamente lo que está ocurriendo en este momento, despedazar lo acordado paso a paso.
Hago esta referencia para remitirme al tema electoral, muy de moda en los pasillos de la política local y en los que la izquierda amenaza con constituirse en opción real de poder si hace lo que toca: tener sentido común.
Solemos asistir a los debates electorales como si fuéramos a una fiesta a la que hay que ir bien arreglado y perfumado, algo así como la fiesta de graduación de los colegiales. Cosa más extraña y equivocada en la vida…
Resulta que los únicos que vamos como niños y niñas buenas a las contiendas electorales somos nosotros, mientras que la contraparte se arma hasta los dientes para vencer, pues no es otro su propósito que imponerse por las buenas o por las malas. Ya todos sabemos cuál ha sido la historia en materia electoral.
Por estos tiempos se gesta un importante movimiento universitario, a raíz del recorte ingente que el subpresidente Duque quiere hacerle a la educación superior pública, mientras que la tajada de la guerra se incrementó en 3 billones de pesos.
La bancada parlamentaria alternativa ha sido la única que ha acompañado al movimiento universitario, principalmente desde Bogotá, pero desde la periferia política lo que se percibe es que hay una soledad completa de los universitarios en una batalla que debe ser de todos, y cuando digo de todos me refiero a todos los sectores sociales del país que están en riesgo por esta nueva intentona neoliberal de asfixiar la educación superior pública.
La primera movilización nacional le arrancó al ministro de los bonos de agua 500.000 millones de pesos y a la semana siguiente el subpresidente Duque anunció un billón de pesos más para la educación, pero a renglón seguido su ministro lo contradijo al decir que no hay tales recursos. En todo caso, esta incertidumbre gubernamental indica que si se ejerce la presión suficiente la pelea puede librarse en mejores condiciones y con mejores resultados para los universitarios.
Llama la atención el constante llamado que Petro viene haciendo para conformar un amplio movimiento por la defensa de la educación superior pública, que incluya además de los universitarios, a los sectores sociales y políticos identificados con la causa y lo que él llama las ciudadanías libres, que pueden identificarse como los colombianos de a pie que anhelan un cambio, se organizan en torno a sus realidades locales, se movilizan y participan en política pero sin agremiarse en un determinado movimiento o partido político.
Petro da en el clavo, porque si a cada lucha social y a cada reivindicación ciudadana asisten los directamente involucrados solamente estamos condenados al fracaso.
No podemos pretender que los debates electorales sean una suerte de golpes de mano a los que asistimos para arrebatarle el poder a la oligarquía, ejemplos hay de sobra en nuestro hemisferio, gobiernos alternativos con políticas progresistas fueron vapuleados por carecer de una importante base social que los respaldara, no así con los que entendieron que el binomio pueblo-elecciones es un arma poderosa que difícilmente puede ser derrotada cuando se engarza acertadamente.
En Barranquilla urge convocar a los sectores sindicales, comunales, sociales, de DDHH, culturales, artísticos, religiosos, políticos y a todos los que simpaticen con la causa universitaria, no a rodear solamente a los universitarios de la Universidad del Atlántico, sino a conformar un movimiento de defensa de la educación pública.
Es con masa y unidad que se pueden alcanzar las conquistas, así lo demuestra la historia de la humanidad.
Nota: El día 21 de octubre debía darse una reunión de los sectores alternativos de la ciudad y el departamento para abordar el tema unitario de las elecciones de 2019, esperemos que el sentido común triunfe y hagamos una excepción a la regla.