La ciudad de Viena, a principios de siglo XX, tuvo una catarsis sexual. La película Klimt y Schiele. Eros y alma, recoge cinco exposiciones dedicadas a la generación que marcó el pensamiento del siglo XX. Todo a propósito de los cien años de La muerte de Gustav Klimt. La película es maravillosa, nos muestra la ciudad entera y los museos que hicieron parte de esta celebración, y será proyectada en Colombia los cuatro primeros días de noviembre. Tiene una edición magistral, una fotografía extraordinaria y los relatos de expertos nos muestran la búsqueda de cómo entender las pasiones, los duelos, la angustia que hacen parte de las horas, de los momentos históricos de Austria.
El film se asoma con delicadeza a mostrarnos cada uno de los cuadros que Klimt y su protegido discípulo Egon Schiele pintaron para que el erotismo también tuviera lugar en el cuerpo femenino.
La película recoge toda la vanguardia de la época cuando en un momento Klimt pinta Judit con la cabeza de Holofernes en 1901 y abre el camino del triunfo de lo femenino junto a la expresión de la sensualidad.
Klimt nació en 1882 y murió a los 55 años en 1918 en Viena de una pulmonía. Hijo de un grabador, tuvo una vida plena de reconocimientos y liberadora en medio una sociedad conservadora.
Sus cuadros volvieron al primer plano y al uso de la hojilla de oro que hizo parte de un rescate a Bizancio. Arte que estudió en Ravena.
Gustav Klimt, Retrato de Adele Blosh-Bauer, Foto: Wikigalery
Con su movimiento “La secesión de Viena”, del cual fue el primer presidente. rechazó la tradicionalmente Asociación de Artistas de Viena mientras encontraba en la corriente Simbolista una manera de desarrollar su tema central sexual que, hasta ese entonces, solo hacia parte de temas clásicos y mitológicos. Pero dentro de su estilo novedoso de anatomía ornamental logró que el sexo femenino tuviera una representación tan humana como real.
Además, esa corriente fue el modernismo del siglo XX en al arte y la cultura de una burguesía liberal austríaca. Y siguiendo al crítico inglés Ruskin lograron socializar el arte. Todo tuvo la misma intencionalidad estética en las artes decorativas, el mobiliario, en la joyería, en la cristalería, en la tipografía, es decir, el modernismo estuvo por completo en la vida cotidiana.
Klimt, no cumplió ningún dictamen social. Rechazaba la vida social e intelectual de los cafés. Siempre usaba una bata larga que tapaba su desnudez y un poco promiscuo, tuvo 14 hijos con muchas de sus mujeres.
La película tiene pensamiento enciclopedista porque era una época de seres brillantes y de pensadores que cambiaron el rumbo de la historia. Por eso está presente el psicoanálisis de Sigmud Freud en su interpretación de los sueños y en el protagonismo de la sexualidad en el comportamiento humano al leer sus símbolos. Por lo mismo que el filósofo Ludwing Wittgenstein pensó en una otra forma de comprobar el presente del ser humano o cómo Gustav Mahaler o Arnold Schonberg desarticulan el ritmo en la música.
Por otro lado tenemos a Egon Schiele (1880-1918) que son los pintores protagonistas de la película. Al revés de su maestro que tuvo todo el reconocimiento, popularidad y éxito comercial, Schiele murió joven y fue un rechazado.
Egon Schiele, Muchacha agachada Foto: Wikigalery
Hijo de un oficial de los ferrocarriles de Austria rápidamente encuentra en el dibujo su expresión. Su primera modelo fue su hermana Gertrude con quien, al parecer, tuvo un incesto. Después trabaja el tema de la sexualidad como lo haría años más tarde Balthus con niñas y niños. Tema por el cual era un escándalo su vida hasta el punto de ser llevado a prisión y sus obras quemadas en público. En la Primera Guerra Mundial fue oficial, jamás estuvo en una batalla porque reconocieron su talento.
Su tema de la sexualidad lo observaban como pornográfico mientras el constituía su mundo de retratos y autorretratos donde Eros y Tanatos se unen en el desafío de la distorsión de la figura humana. Sus dibujos lineales desafían cualquier convención de la figura humana. En ellos mira de frente la vida del sexo como la muerte, tal como lo haría después el pintor inglés Francis Bacon o el colombiano Luis Caballero.