“La marcha es de los estudiantes no de los políticos” dice Daniel Coronell. Con él otras voces tratan de generar una extraña exclusión de quienes han asumido la representación ante las instituciones y dentro de los partidos políticos, o así se podría intuir, porque la verdad desde Aristóteles sabemos que políticos son todos los ciudadanos, políticos son los mismos estudiantes que protestan.
Pero, además, dentro de la marcha de la semana pasada, como las que vendrán, no solo están asistiendo estudiantes de universidades públicas, también hay estudiantes solidarios de universidades privadas (deberíamos decir entonces la marcha es solo de los estudiantes de las universidades públicas), indígenas, campesinos, trabajadores, jubilados, desempleados, empresarios y un sinfín de personas que vemos injusticia en lo que está pasando, que vemos la debacle del proyecto común que llamamos Colombia.
Esta injusticia contra la educación pública no es nueva, lo nuevo es el aumento de conciencia en el pueblo. Ya las elecciones de este año lo venían demostrando y a cada momento surgen personas que se arrepienten por haber votado por un proyecto excluyente que se encuentra en este momento en el poder. La verdad este aumento de personas que quieren una nueva alternativa de gobernar nuestro país no tiene suficiente representación en el congreso. Posterior a la "tusa" de los resultados electorales de segunda vuelta nos encontramos que el 41% de la población que votó por la candidatura alternativa no supuso la misma representación en el Congreso, por lo que sus posiciones y proyectos difícilmente podían ser expuestas y defendidas. Esto obliga a ver en la movilización pacífica de la ciudadanía el apoyo necesario a nuestros congresistas para que presionen y frenen la arremetida anticonstitucional que el gobierno y su jefe político quieren imponernos, arremetida que desmiente lo que ellos mismos habían prometido en su campaña.
No es gratis que antes de posesionarse el nuevo gobierno ya anunciara la limitación de la protesta, a pesar de ser un derecho constitucional, porque ya sabían que hasta gente que los apoyó electoralmente se iba a unir a la presión social para que no llevara a cabo estos cambios que están intentando hacer.
Esta afrenta contra la educación es solo el comienzo, ya estamos viendo la regresión de los derechos como la consulta previa, las consultas populares, la tutela, la desproporción injusta en el incremento de los impuestos a la clase media y baja. Poco a poco se está dando la eliminación de nuestros derechos constitucionales, después vendrá la salud, el trabajo, la reforma pensional, el medio ambiente, la alimentación, la lucha contra la corrupción, la cultura, el acceso a la propiedad individual y colectiva, hasta el derecho a la vida puede estar en riesgo, etc.
Lo que vimos en esta marcha fue la solidaridad entre varios actores que, a pesar de no ser afectados directamente, saben que es un derecho fundamental para Colombia y como ciudadanos debemos defenderlo. Debemos rogar a los estudiantes que sigan hasta ganar, hasta que el nuevo gobierno entienda que nuestro derecho a la educación pública no es negociable. Antes que excluirnos debemos unirnos y aprovechar a fortalecer los pocos representantes en el Congreso para que su voz sea más fuerte y moralmente puedan imponer la defensa de los derechos del pueblo. Más bien soñemos que podemos echar para atrás no solo las nuevas intenciones, sino las viejas acciones que nos habían eliminado otros derechos que debemos recuperar.