Para quienes hemos tenido vínculos afectivos y de trabajo en San Andrés, las últimas noticias sobre el saqueo de recursos públicos que se acaba de denunciar, producen no solo tristeza sino un profundo dolor. Tristeza, porque las islas son uno de esos lugares de Colombia que ya habían sufrido serios errores de política pública. Uno de estos, fue sin duda, ignorar el impacto que la apertura de la economía colombiana tendería sobre esta parte del país causando un alto desempleo y la desaparición de una de sus fuentes de riqueza. Sin haberse repuesto del todo de este problema, llegó el narcotráfico, la delincuencia, la sobrepoblación, el costo de los servicios públicos y la mala calidad de muchos de ellos.
Como si estos y muchos otros problemas no fueran suficientes para los habitantes de las islas, ahora es la corrupción la que ocupa las principales páginas de las noticias del país. Este departamento, con el mar más bello de este país, con sus siete colores, no logra salir de esa situación que ha frenado sus grandes posibilidades de ser el mayor centro turístico del país. Pasan los años y los distintos gobiernos que aseguran que ya le llegó la hora a este departamento, siempre dejan su empeño a medio camino y San Andrés sigue agobiado por viejos y nuevos problemas.
Solo la amenaza de los juicios de la Corte Internacional de La Haya, debido a los cuales las islas han tenido pérdidas invaluables, generan reacciones de los gobiernos nacionales, que al final quedan en nada. Algo pasa, más allá de las incoherencias del gobierno central y de las promesas que se hacen sin suficiente respaldo de recursos fiscales, para que el departamento lejos de avanzar no solo repita su historia de falencias, sino que además se agreguen temas tan graves como los que hoy son objeto de investigación.
Algunos creímos que parte de las razones de los problemas de San Andrés eran su carencia de liderazgo político, pero hoy es evidente que por lo menos, hasta ahora, ese liderazgo no ha respondido adecuadamente a sus responsabilidades. De resultar culpables los políticos señalados, se entiende entonces que como sucede en el resto del país, mientras sus representantes en el Congreso de la República no tengan las cualidades indispensables, esta representación seguirá siendo un pasivo para esta parte de Colombia.
¿Si ahora la corrupción parece ser el nuevo y terrible mal,
no será la oportunidad de escoger muy bien a quienes deben
representarlos en los niveles nacionales?
Es hora de volver al eterno problema de los conflictos entre los distintos grupos en que se divide la población; los raizales, los pañas, los árabes y todos los demás. ¿Si ahora la corrupción parece ser el nuevo y terrible mal, no será el momento de dejar a un lado sus profundas diferencias? ¿No será la oportunidad de tomar el control de su departamento y escoger muy bien a quienes deben representarlos en los niveles nacionales? Es hora de elegir a los verdaderos líderes para que este contubernio entre empresarios y políticos, llegue a su fin.
Además, es responsabilidad de todos los colombianos, contribuir para que nuestras islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina y especialmente sus habitantes, vivan como se merecen y que, con nuestro apoyo, se conserve ese bello tesoro nacional. Debemos esperar el final de este doloroso episodio que hoy nos asombra, pero mientras esto sucede, ayudemos a crear las condiciones para el resurgir de este departamento.
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