Es claro, a todos nos duele profundamente la terrible crisis por la que atraviesa el hermano pueblo de Venezuela. Y cómo es casi imposible saber a quién le duele más, voy a permitirme plasmar el sentir real de los distintos sectores respecto a este tema:
Uno
A los colombianos nos parte el alma ver el sufrimiento del pueblo venezolano, no obstante, empezando por el tarado de Pachito Santos, estamos encantados con la posibilidad de que los gringos los invadan. Dios quiera que no lo duden más y que en un acto de compasión, amor y suprema caridad les peguen su buena bombardeada. Así se les arreglan todos sus problemas.
No olviden místeres que por aquí a la orden, si necesitan esta humilde nación como plataforma, bien puedan. Qué honor servirles como excusa, qué honor que en caso de una respuesta militar del indeseable del Maduro sea la nuestra y no la hermosa y sagrada tierra de los Estados Unidos la que se incendie. Así mismo, que sean las filas de “mechas bravas” de nuestro ejército, y no las de sus rubios y apuestos héroes, las que pongan los muertos. No olviden que somos sus sirvientes, perdón, sus mayores aliados de la región.
Dos
A los prósperos y benévolos empresarios colombianos también nos duele profundamente su crisis, no obstante, seguimos aprovechándonos de su necesidad para explotarlos laboralmente. Gracias a ellos pudimos botar a la calle a miles y miles de colombianos trabajadores y contratar mano de obra mucho más barata.
Tres
Los dirigentes del pueblo colombiano estamos hechos añicos con el padecer del hermano pueblo venezolano, no obstante, esto no ha sido impedimento, ni lo será, para seguir sacándole provecho político al asunto. Con el argumento de “si hacemos esto o aquello vamos rumbo a convertirnos como Venezuela”, estamos haciendo “fiestas”. Gracias a ello ganamos las elecciones, logramos subirle el precio a todo, y aumentar impuestos sin que la gente chistara ni mu.
Y es que tan aterrorizados los tenemos con lo de la crisis en el hermano país y con el embeleco ese del castrochavismo que, por increíble que parezca, en un país tan caro y desigual como Colombia hoy por hoy no puede llegar un político a proponer tantica de justicia social porque ahí mismo se lo comen vivo, lo acusan de populista y de querer regalárselos todo.
Pero… ¿no es acaso nuestro deber como gobernantes intentar controlar, ponerle freno a esta situación? ¿Una inmigración de esa magnitud no podría terminar de fracturar nuestra, de por sí, débil economía? Lo más seguro es que sí, pero no nos importa, y es que si no lo han notado son tantas las garantías y los derechos que les estamos dando, incluso más que a nuestros compatriotas, que básicamente los estamos llamando.
¿Qué pretendemos con esto? Tratar de convencer a los nuestros de que aquí sí los gobernamos bien, que aquí todo marcha de maravilla. Aunque no lo crean, ver de cuerpo presente el sufrimiento de tanto venezolano ha aumentado entre los nuestros la percepción positiva de este gobierno. Pero, lo más importante, nos ha permitido ir abonando el terreno para cuando nuestros amos del norte decidan montarnos en la vaca loca de la invasión nuestra situación sea tan insoportable y nuestra gente esté tan desesperada que sea ella misma la que clame por una intervención.
Pero aquí no terminan las bondades, el tema Venezuela se ha convertido además en la cortina de humo perfecta para tapar todas nuestras cagadas y chanchullos. Tan entretenidos los tenemos dándoles quejas de Maduro y CIA, que viven más preocupados por lo que pasa allá que por sus propias miserias. Hasta aquí nuestra posición como gobierno.
Cuatro
Ahora, como miembros de la comunidad internacional se nos parte el alma en poco más de 1600 pedazos ver su sufrimiento, saber que están aguantando hambre, que están muriendo por falta de medicamentos, es por esto que seguimos ahorcándolos con nuestras sanciones y bloqueos económicos. Y ni hablar de nosotros los opositores, ahí seguimos firmes apostándole al fracaso del sistema, y empeñados en empeorar la situación. Nuestro fin con esto, propiciar una intervención militar extranjera o incitar una revuelta popular casera que culmine en un golpe de estado. Siendo esto, el derrocamiento del indeseable, y regresar al poder, lo único que realmente nos interesa.
Como "el indeseable" solamente atino a preguntar ¿cuál crisis? De paso, aprovecho para acusar al pueblo colombiano de esquizofrénico, de tener alucinaciones colectivas y de estar viendo venezolanos por todas partes.
Para terminar, y a nombre de los periodistas de este bello país, gracias, gracias puesto que si lo de la invasión llega a concretarse el rating de nuestros noticieros se va pa’ las nubes, y nosotros, con toda la alharaca del caso, vamos a poder lucirnos pronunciando cada 5 segundos el apellido Trump o cualquier otra palabra en inglés de la forma más enredada posible. Y lo mejor, al fin vamos a poder seguir de cerca una operación militar tipo Hollywood. Al fin vamos a poder pillarnos cómo se tumba un régimen, cómo se masacra un pueblo. Qué maravilla, qué orgullo tener a sus marines pisando nuestras tierras, accionando sus armas inteligentes, disparando sus ráfagas de amor, lanzando desde aquí sus bombas de paz y libertad, pero, por sobre todo, sus misiles de democracia contra ese pueblo hermano que queremos tanto, el venezolano.