Debido al sellamiento por parte de la alcaldía mayor del distrito del establecimiento en el cual se presentaría el pasado 5 de octubre la agrupación sueca de black metal Marduk, Marco Fidel Ramírez, más conocido como el concejal de la familia, logró que los suecos no se presentaran en la ciudad de Bogotá, según él, por ofender los valores fundamentales de la cristiandad y por ser una de las bandas más asquerosas, corruptas, satánicas y blasfemas del mundo.
La banda —cuyas líricas son afines al nacismo, al antisemitismo y al satanismo— fue motivo de controversia por su visita a nuestro país, sin embargo, la agrupación se presentó el día 3 de octubre en la ciudad de Pasto con total normalidad, a la fecha no se registra el sacrificio de un solo gato en esta ciudad debido a la presentación de los escandinavos, ni mucho menos se reporta quema de iglesias.
¿Y por qué pasa esto en Colombia? Porque a la mayoría de los colombianos no nos importa el Estado laico o simplemente no sabemos a qué hace referencia el término.
¡El Estado laico nos debe preocupar a todos y no solo a los ateos!, gritaba una de las activistas LGBTI más reconocidas en el país por aquellos días cuando las comunidades religiosas —cristianos, evangélicos y una buena parte de católicos— se oponían a que la Corte Constitucional les reivindicara los derechos a las personas homosexuales. Desde otra trinchera la senadora cristiana Viviane Morales proponía un referendo para amputar derechos a ciudadanos que como usted o como yo pagamos impuestos y nos cobija la misma constitución.
Pero, ¿cómo así que el Estado laico nos debe preocupar a todos?
La intromisión de visiones religiosas en asuntos de Estado termina por violar derechos, cancelar conciertos, discriminar y esclavizar personas, quemar libros y callar otras formas de pensar, todo esto, de acuerdo con la cosmovisión religiosa que tenga el pastor o religioso que ocupe el cargo público. Un Estado laico protege los derechos de todos los ciudadanos sin ningún tipo de discriminación como lo establece el artículo 13 de nuestra constitución.
Artículo 13. “Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica”.
Solo hasta que no se vean vulnerados nuestros derechos por una religión no nos va a preocupar un Estado laico, y eso es falta de empatía.
Así pues, nuestro concejal además de estar violando el Estado laico con sus declaraciones y actuaciones también está violando el derecho a la libre expresión, porque aunque el satanismo de acuerdo con el artículo 5 de la ley 133 de 2009 no es reconocido como religión en nuestro país, en ningún aparte de alguna ley dice que está prohibido adorar al antagonista de la biblia, ni mucho menos cantarle, eso pertenece a la libertad de expresión de todos y cada uno de los ciudadanos.
Es importante indicar que, mientras Marco Fidel Ramírez se opone a un concierto que según él ofende sus creencias, concierto por el que sus asistentes cancelaron el valor de la boleta y asimismo sus organizadores deberían pagar los impuestos de ley, el concejal es el organizador del festival Bogotá góspel, festival de música cristiana que solo admite bandas de orden carismático (una agrupación musical católica no podría participar) el cual es financiado con recursos públicos y tiene excepción de impuestos.
Ciudadanos, en el Estado cabemos todos, religiosos y no creyentes, mulatos, blancos y negros, metaleros, jazzeros y reguetoneros, heterosexuales, asexuales y homosexuales, flacos, chiquitos, gorditos y feitos, ¡todos! La diversidad hace más interesante una sociedad en donde todos contamos y todos opinamos sin tratar de imponer nuestras creencias a los demás.
Por este motivo un grupo de ciudadanos organizó una marcha en protesta por la cancelación del concierto de Marduk en la ciudad de Bogotá, que se llevó a cabo el viernes 12 de octubre a las 2 de la tarde en el Parque de la Independencia, calle 26 con carrera 5.