Valores devaluados a la fuerza

Valores devaluados a la fuerza

Esta sociedad que se hace llamar “libre” parece estar atada a un sinnúmero de condiciones mal creadas que se están queriendo llevar los principios

Por: Valeria Esteban
octubre 09, 2018
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Valores devaluados a la fuerza
Foto: Pixabay

Cada vez escuchamos más y más noticias que parecen decirnos “ponte a la moda, los valores cambiaron”, pero la realidad es que vivimos en un mundo que a la fuerza nos quiere hacer ver como normal cosas que realmente no los son. ¿Qué responsabilidad juegan los medios de comunicación en esto?

Empiezo por hablar de aquello que realmente nos desgarra el alma, y me refiero a las noticias que tienen que ver con los niños, pues al parecer desde antes de nacer ya les quieren vulnerar su derecho a la vida. En Colombia es legal el aborto en tres casos específicos: producto de violación o incesto, cuando pone en peligro la salud de la madre gestante y malformaciones del feto que afecten su correcto desarrollo después de nacer. Sin embargo, no contentos con esto, ahora quieren presionar para aprobar el aborto de manera legal. ¡Por Dios! Si esto es ser feminista, ¿en qué estamos? ¿Tendremos que proteger a aquellas que deciden llevar su sexualidad de manera irresponsable y que se dieron cuenta que el embarazo no es lo de ellas? O sencillamente no está funcionando la educación sexual y la prevención de la que tanto se habla.

Una vez llegados los niños que pudieron venir al mundo se encontraron con los “locos, enfermos y depravados” que deciden intimidar, maltratar, violar, chantajear y en casos extremos, hasta matarlos, estando el enemigo a veces bajo su mismo techo, porque son parte del núcleo familiar o conocidos; siendo el género femenino el más vulnerable en edades entre 10 y 14 años. Según cifras del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) se atiende un promedio de 66 casos diarios de violencia contra niños y adolescentes que van desde el maltrato verbal y psicológico, hasta las peores formas de abuso sexual, explotación y trata de personas, por no hablar de los casos puntuales que incluyen la muerte, esto por mencionar solo los casos denunciados. ¿Qué pasa con los papás?, ¿nos dedicamos a trabajar hasta el cansancio solo para pagarle a alguien que cuide a nuestros niños, sin medir las consecuencias? ¿Se nos están volviendo paisaje las noticias que tienen que ver con nuestros pequeños?

¿Y qué hablar de la pornografía? Uno de los temas más controversiales. Antes pensábamos que solamente los que tenían algún tipo de aberración sexual o adictiva recurrían a ella o simplemente los adultos que querían “refrescar las relaciones con sus parejas”, pero no, la pornografía ha tocado a muchos, especialmente a niños, que engañados caen ante adultos que quieren sacar provecho de su inocencia. Y aunque muchos deciden participar de esta actividad de manera voluntaria, no faltan las mujeres que después de terminar su relación de pareja se ven burladas especialmente en redes sociales con imágenes íntimas que grabaron, pero que al ser publicadas sin su autorización, las colocan en el escarnio público, causando vergüenza, depresión y hasta el suicidio. Se nos olvidó que el sexo es algo natural y bello que vale la pena ser vivido en pareja, pero hacerlo público acarrea una cantidad de problemas en la vida de las personas. Lo cierto es que esta industria sigue creciendo a pasos agigantados y pareciera que las leyes y castigos no son suficientes, incluso algunos sitios web no cuentan con advertencias sobre el contenido inapropiado por lo cual los menores de edad tienen acceso libre y se vuelven grandes consumidores.

Y hablando de consumidores, ¿qué pasa con la dosis mínima? Aquí sí que salta la liebre, porque muchos engullidos en el derecho a su libre expresión, o con el tema de salud, presionan por todos los medios para que el presidente Iván Duque eche para atrás el decreto que ratificó el Código de Policía que les prohíbe el consumo en espacios públicos. ¿Por qué tenemos que salir al parque o a caminar por las calles y “enmarihuanarnos todos”, cuando lo que queremos es vivir en espacios libres de humo, respirar aire puro? Y aquí los jíbaros se llevan su mejor parte, porque ofrecen la primera dosis gratis, la segunda a un precio económico y de la tercera en adelante cobran cifras altas que llevan a los consumidores a gastarse lo que tienen, a robar y a desestabilizar familias enteras, esto sin contar con las múltiples consecuencias que conlleva la adicción, pues una es la historia del adicto y otra muy diferente la de aquellos que lo aman y viven el drama diario. Nuevamente las políticas de prevención no son suficientes.

Podría seguir mencionando varios temas más que son sensibles ante esta sociedad que se hace llamar “libre”, pero que parece estar atada a un sinnúmero de condiciones mal creadas que se están queriendo llevar nuestros valores. ¿Hasta dónde las redes sociales, tan de moda, han hecho que veamos más de cerca la realidad de lo que sucede en nuestro diario vivir o si por el contrario, con su mal uso, son las estimulantes de la aberrante descomposición social a la que estamos sometidos? Como decía Jean Jacques Rousseau: “El hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe”.

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