Sea cual sea la interpretación que se dé, lo cierto es que en esta frase se encierra una sabiduría y un patrón de vida invaluable. Frente a los retos que nos impone la democracia y la participación ciudadana, que se supone se desprenden de ella, deberíamos aprender que lo incierto es una constante. Por eso, no nos deberíamos dejar engañar por las patrañas del discurso.
Un caso ilustrativo fue la primera elección del presidente Obama. Este evento mundial hizo sentir a la comunidad afro en el mundo que mejores tiempos vendrían. Por doquier se entonaron los cantos de alegría y esperanza por un mundo más equitativo. En Colombia pronto habríamos de aprender que las cosas no cambiarían.
En efecto, lo poco que se había ganado con el señor del Ubérrimo se fue al traste. Un ministerio otorgado ante la presión de los congresistas negros de Estados Unidos no se conservó. De allí que no es raro que el actual mandatario sostenga que de los cerca de seis millones de afrocolombianos ninguno tenga las competencias para hacer parte de sus ministerios.
O, ¿cómo se entiende decir que no se dan cargos por asuntos étnicos sino por competencias, como aseguró el presidente Santos? Tal afirmación no solo es absurda sino monstruosa. Deja en el limbo a todo un grupo humano que ha contribuido al desarrollo del país, con altos honores académicos, científicos y culturales.
Las cosas no son como parecen. El primer mandatario debería saber que no somos solo danza, platos típicos y deporte. También hemos asistido a universidades importantes. También somos colombianos y por simple humanidad deberíamos ser tenidos en cuenta para administrar nuestro propio país.
Por lo tanto si no se generan las condiciones necesarias de participación será imposible mostrar las competencias en los puestos directivos. ¿Los demás nacieron detentando un saber? ¿O aprendieron producto de la experiencia al desarrollar distintos cargos? Deberíamos tener una respuesta como sociedad.
Claro está que si se limitan las opciones de acceso a los espacios de poder a los pueblo afros e indígenas, estos nunca podrán llegar a los ministerios. Eso se debería enseñar desde la escuela más remota hasta la más representativa.
Sabemos finalmente que la reelección del presidente Obama en el país norteamericano es un ejemplo que genera más zozobras que certezas. Parece ser que estamos condenados a servir de comodines de arribo a los altos cargos. Los otros por razón de linaje, etnias y posición social deben ser los representantes del país. Amanecerá y veremos…
