Enrico Ferri, profesor de derecho de Jorge Eliécer Gaitán en la Universidad de Roma, calificó a la constitución de Colombia como una carta propia para aplicarse en un país de ángeles.
Yo, ciudadano de a pie, sin carro, sin moto, que utilizo el transporte colectivo y que frecuento restaurantes y cafeterías populares, en donde intercambio opiniones con quienes coincidimos en cualquier parte, que tampoco tengo pensión y vivo con modestia y dignidad, a propósito del tan cacareado decreto de la dosis mínima manifiesto:
Nuestra clase dirigente, toda absolutamente toda, de izquierda, de centro y también de derecha, en su prepotencia de haber llegado a sus puestos de poder se quedó con la enseñanza del Concilio de Trento, celebrado por allá en el 1500 y que duró como 40 años, según la cual la Iglesia católica es la única y verdadera, fuera de la cual no hay salvación.
Pues bien, nuestra dirigencia —presidente, ministros, altos mandos, gobernadores y alcaldes— convocada a palacio para la salvación de Colombia montó un show superlativamente magnificado por los medios y promulgó el decreto de decomiso y destrucción de la dosis mínima, con el fin de sacar la droga de las calles.
Con esa elemental forma de resolver el asunto, ellos, todos ellos, simplemente muestran que no conocen el país en que viven y que para gobernarlo se trenzaron en tremenda campaña que más que política fue de permanente descalificación.
Creer que con el decretico, parodiando a un consejero presidencial, logran el objetivo es por decir lo menos iluso, es no conocer los inmensos recursos que mueve la droga al menudeo, que es donde se genera la ganancia que se va repartiendo por todos los de la cadena hasta llegar a los productores. Eso corrompe lo ya corrupto, las mafias que han permeado, ya por las dádivas o por la amenaza o por las ejecuciones desde celadores hasta generales, no se van a detener y la Policía Nacional, esa policía que no tiene dolientes, tampoco será capaz de cazar esta vez al maldito jabalí que tiene al país en la picota
Acá se hace siempre así, algo podrido había en el Ina hace muchos años y con llamarlo Idema se solucionó y tocó acabarlo por ineficiente y plagado de corrupción, igual pasó con el Sic, servicio de inteligencia que también se saneó llamándolo Das para terminar como acabó. Los ejemplos abundan.
¿Hasta cuándo la dirigencia creerá que gobernar es un acto de magia que permite sacar conejos del sombrero cada tanto? ¿Hasta cuándo el pueblo se lo aguantará?
Yo llevo 70 años vividos lleno de esperanza de que algo, solamente algo, cambie en Colombia. Iluso que soy o tal vez optimista, pero sigo esperando por el bien de las generaciones tras nosotros. ¿Los políticos esperan que los cambien?, ¿el pueblo espera que ellos cambiarán?, ¿el pueblo los cambiará?
Amanecerá y veremos, pero cuentan que amanecido el ciego tampoco vio.
