Colombia y Venezuela en medio de tigres

Colombia y Venezuela en medio de tigres

Se aviva el ambiente belicista, que además de alejar a Duque de la política mantenida por el anterior gobierno, le da alas a Maduro para cerrar filas ante la amenaza

Por: Leandro Felipe Solarte Nates
septiembre 25, 2018
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Colombia y Venezuela en medio de tigres
Foto: Twitter @IvanDuque

Con lazos de sangre y como siameses compartiendo una frontera de más de 2.000 km, por donde circulan libremente contrabando y guerrillas, por revolcones que la política marca en el destino de los pueblos, Colombia y Venezuela viven un momento crítico atizado por gobiernos intentando reafirmarse en sus ideologías y proyectos.

Sin medir riesgos derivados de atizar diferencias con Venezuela, es de esperarse que el gobierno de Duque liderará una campaña por el derrocamiento de Maduro, respaldando a líderes y grupos de oposición que desde Bogotá promueven la caída de un régimen, que sin duda derivó en una "dictadura constitucional" apuntalada por una casta militar a la que entregó el manejo de las principales industrias, incluidas la petrolera y siderúrgica, a las que llevaron a la ruina.

Queriendo mantenerse ante los ojos del gobierno de los Estados Unidos como el mandatario más obediente de los latinoamericanos, el presidente Duque y su lengüisuelto embajador Francisco Santos, rodeándose de una aureola de adalides de la democracia, avivan el ambiente belicista que además de alejarlos de la política prudente mantenida por el anterior gobierno, le dan alas a Maduro para cerrar filas ante la amenaza de la invasión anunciada desde que vivía Chávez.

Encontrarían en la guerra excusa perfecta para justificar la debacle de su gobierno y proyecto "socialista bolivariano", mediante sacrificio sangriento de los países hermanos, en el que también participarían a su favor el ELN, las disidencias de las Farc más afines con su ideología y grupos vinculados al narcotráfico y negocios ilícitos.

Irresponsablemente ignoran que estamos inermes en medio de la lucha económica, diplomática y guerrerista que libran China, Rusia y países emergentes por ganar posiciones, después de que los Estados Unidos quedó como imperio hegemónico gracias al derrumbe de la Unión de Repúblicas Socialista Soviéticas, URSS.

Rusia ha resucitado de sus cenizas, gracias a su poder armamentista, nuclear y espacial sumado a la hábil política internacional y de espionaje liderada por su Presidente Putin, quien hasta ha comprometido la imagen del presidente de los Estados Unidos al influir en su elección, gracias a las noticias falsas, manipulación de las redes sociales y oscuros negocios pasados con las empresas del cuestionado Trump.

Durante los años de la Guerra Fría, desatada después de la Segunda Guerra Mundial, las dos superpotencias (Estados Unidos y la URSS) se mantenían en un "empate táctico" caracterizado por el juego de amenazas y amagues por entrecruzarse los misiles atómicos, mientras en distintos continentes y países suministraban armas convencionales y financiaban a grupos políticos y ejércitos y guerrillas que defendían sus ideologías e intereses en "guerritas" nacionales y regionales libradas en el Medio Oriente, Vietnam, Camboya y Laos, en Cuba, Nicaragua y El Salvador y en varios países del recién descolonizado continente africano.

En el territorio de sus países las potencias no libran las guerras, pero si las impulsan en los de la periferia y especialmente en los ricos en petróleo y otros minerales estratégicos.

En Siria, Rusia y Estados Unidos se baten en una guerra por interpuestos bandos. Van ganando los rusos apoyando al presidente Saad.

Irán y la frontera colombo-venezolana, por primera vez en continente americano, con Cuba y Nicaragua en medio, podrían ser los próximos frentes de batalla.

Debido a la guerra económica desatada por el presidente Trump al gravar con altas aranceles a productos fabricados por la China, México, Europa, más las sanciones a Rusia, Irán, Venezuela, etc., la geopolítica mundial se agita y directa o indirectamente estos movimientos repercuten en todos los países, como ahora lo sufren las volátiles economías de Turquía y Argentina.

Aprendiendo de la historia, las guerras han estallado después de las económicas entre países con grandes grupos industriales y financieros por dominar mercados y fuentes de materias primas.

Rusia y China tienen multimillonarios intereses en Venezuela que les abona préstamos con el decreciente petróleo que produce. Ambas potencias, con mayor injerencia rusa, convirtieron a los vecinos en la potencia armada regional con mayor capacidad, y si estalla un conflicto sin duda saldrán en defensa de su aliado.

Las Fuerzas Armadas colombianas, con dotación de museo, cuentan con un ejército más preparado para guerra de guerrillas que para una confrontación moderna donde la muerte es industrializada y tecnológica gracias a bombardeos masivos y grandes batallas en las que poco sirve heroísmo romántico.

La asociación con la OTAN, que concretó Santos, meses antes de entregar el mandato, sería mecanismo de disuasión para controlar a Maduro en caso de que intenten destruir por sorpresa las refinerías y principales industrias y vías del país.

Varios analistas recomiendan que el gobierno colombiano debe promover el cambio pacífico en el régimen venezolano a través de la ONU y la OEA, sin abanderar la campaña y menos una invasión, pues corremos el riesgo de sufrir los zarpazos de un tigre agónico con las garras afiladas.

 

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