"La lectura es peligrosa… porque un pueblo que lee elige, selecciona, y no solo sus lecturas. Sino a sus gobernantes, sus modelos de vida, etc. Aprende a pensar. Aprende a optar. Aprende a defender sus puntos de vista” — Graciela Bialet.
La lectura es una actividad cognitiva que consiste en comprender e interpretar textos, ya sea una nota, un ensayo, un libro de poesía o narrativa, etc. Quienes realizan esa actividad son lectores. Esas lecturas son fuentes de conocimiento personal, el cual desarrolla habilidades comunicativas, crea capacidad de análisis crítico y genera valores humanistas.
Nadie hace a otro lector, esta es una decisión personal, un acto de libertad. Se lee lo que se desea, lo que gusta. Según Jorge Luis Borges, la lectura no debe ser obligatoria, debe ser placentera: “… si un libro los aburre, déjenlo; no lo lean porque es famoso… la lectura debe ser una forma de la felicidad”. Y Julio Cortázar, nos dice: “La lectura amplía la concepción cotidiana de la inteligencia humana, de la conducta humana, de la relación del hombre con su universo”. Pero sí se debe orientar esta al inicio, es decir, alguien debe suministrar o indicar las primeras lecturas, las clases de textos que se deben leer.
Ahora bien, el escenario inicial de la lectura es el hogar o la escuela. El nivel educativo ideal para iniciar esta actividad es el preescolar, lo cual requiere instituciones con bibliotecas bien dotadas y docentes lectores, capaces de estimular este hábito en los estudiantes. ¿Pero cuál es la realidad de las instituciones educativas del sector oficial en materia de bibliotecas? Lamentablemente debemos responder que es absolutamente precaria. Un gran número de instituciones carecen de estas y donde existen son obsoletas, ni siquiera hay salas de lecturas.
Debemos reconocer la voluntad de algunos gobiernos que han elaborado planes de lectoescritura, como Leer es mi cuento, del presidente Juan Manuel Santos, pero estos solo son esfuerzos aislados los cuales desaparecen en los cambios de gobiernos, es decir, no se trata de una política de Estado. Existen también eventos nacionales como la Feria Internacional del Libro de Bogotá, el Hay Festival de Cartagena, el Festival Internacional de poesía de Medellín, pero estas programaciones responden fundamentalmente a esfuerzos de un reducido sector de la sociedad conformado por escritores, editores y libreros, entre otros, sin ninguna trascendencia en el colectivo, ni responde a la realidad cultural o lectora de la sociedad.
Se necesita la aplicación de una política que desarrolle estrategias integradas —Estado, bibliotecarios, docentes, medios de comunicación, padres de familia, etc.— que haga de Colombia una sociedad lectora. Esta es la mejor manera de construir una sociedad decente.