Aunque el 26 de febrero de 1993 no lo recuerda especialmente la memoria estadounidense, ese día estalló un carro bomba en el sótano de la primera torre del World Trade Center de Nueva York con 680 kilogramos de nitrato de urea que fue un anticipo de lo que pasaría años después, el 11 de septiembre de 2001.
Los expertos estadounidenses en terrorismo estimaron en un primer momento que solo unas diez organizaciones conocidas, entre ellas el Cartel de Medellín y los guerrilleros peruanos de Sendero Luminoso, tenían la capacidad de realizar un atentado como ese tipo.
La teoría para implicar a Escobar fue que como en las torres gemelas de Manhattan funcionaban las aduanas de Nueva York y de Nueva Jersey, que tenían responsabilidad en la lucha contra el tráfico de drogas, el capo podía estar involucrado.
Sin embargo, Escobar preocupado por el tamaño de la venganza de los americanos en semejante caso se anticipó y envió al embajador Morris D. Busby un mensaje que fue reseñado por la prensa mundial:
Después del atentado terrorista ocurrido en Nueva York, ninguno de los cuerpos policiales ha descartado la posibilidad de que el cartel de Medellín fuese uno de los principales sospechosos. Quiero decirle que yo no he tenido nada ver con esa bomba porque en país, su gobierno no ha estado tomando parte en las explosiones, secuestros, torturas, masacres de mi gente y mis aliados. Si todo este tipo de acciones no ocurrieron cuando estaba en vigor el tratado de extradición, no hay razones para que esto vaya a ocurrir ahora que no lo está. Puede ir quitándome de la lista, porque de haberlo hecho, le estaría diciendo por qué y lo que quiero.
Muy rápido se aclararía el tema de los verdaderos responsables comandandos por Ramzi Yousef y Escobar no se mencionaría nunca más en el tema.