La esgrima (o grima) ha hecho parte de la identidad de las comunidades afros en Colombia desde siempre. Abarca muchas herencias: la esclavista, la colonial, la poscolonial, la independista, entre otras. Los ejércitos libertadores del siglo XIX vieron en las comunidades negras y campesinas del Cauca la oportunidad de crear grandes ejércitos macheteros que lucharan por sus intereses independistas. Esta práctica trascendería los años, tanto así, que estos mismos ejércitos, cientos de años después, lucharían la guerra con Perú y la guerra de los mil días de la mano de los liberales.
Sin embargo, la modernización y urbanización de las poblaciones afros y campesinas, acompañado de la violencia y el desplazamiento de los últimos 50 años, han provocado rupturas en los procesos de transmisión de este conocimiento.
No obstante, la tradicionalidad de las comunidades afros del norte del Cauca ha preservado esta tradición, dándole una connotación cultural que, hasta el día de hoy, aunque débil, se mantiene viva. Se practica como arte-espectáculo orientado al cultivo del cuerpo y el espíritu. No solo es un juego, también es un deporte y una danza que representa la historia, la cultura y el honor de estas comunidades.
El ejercicio de enseñar y aprender la esgrima es la parte mas importante de todas. Representa una oportunidad de unidad, interrelación e integración entre las juventudes interesados en aprender y los maestros veteranos interesados en enseñar. Fomenta el amor y ha sido un puente de transmisión de ideas, tradiciones y detalles históricos autóctonos de estas regiones. Al final de cada duelo, sin importar los resultados, los contrincantes se deben abrazar. Así, practicar la esgrima abre un espacio de cercanía los integrantes de cada comunidad y ha sido un punto de referencia para el relacionamiento entre las comunidades afros en todo país.
Hoy quedan muy pocas academias de enseñanza y cada vez hay menos maestros que lo enseñen. Además, los jóvenes cada vez están menos interesados en mantener viva y fuerte esta gran tradición.
Sin embargo, el llamado ancestral de los abuelos hace que la comunidad reaccione con entusiasmo y motivación ante cualquier oportunidad que haya para mostrar esta tradición. La lucha hoy es fomentar el amor y el arraigo identitario por parte de las nuevas generaciones. Esta será la única manera de mantener la danza y el machete como una fuente de unidad, tradición, cultura e historia negra en Colombia.