Hace pocos días encontré en las redes sociales una imagen que comparaba a Pepe Mujica, a Álvaro Uribe y a Antonio Navarro. La foto apareció tras las “arduas y duras” jornadas del expresidente Uribe donde la comunidad de varias regiones lo recibió a tomate limpio, además de argumentos contundentes sobre su pésima gestión, estas acciones beligerantes de la sociedad lo obligaron a poner a sus 300 hombres de seguridad (pagos con nuestros impuestos) como escudos y con escudos.
En la foto estaba el “bonachón” de Pepe Mujica, un hombre que al igual que Antonio Navarro tiene una historia de lucha revolucionaria, ambos dejaron las armas para jugársela por la paz, para entregar la vida en la contienda política, con argumentos y con razones; contrario al expresidente que añora la guerra y llama al pueblo permanentemente a una confrontación innecesaria donde el odio es el elemento conductor.
La imagen es muy diciente, mientras Pepe Mujica comparte tranquilamente y Antonio Navarro recorre las calles de la capital del país, teniendo como máxima protección el amor que le ofrece el pueblo que los rodea, en la otra orilla está un hombre asechado por la guerra y el odio.
Estos personajes que tienen una relevancia para la política colombiana, fueron inmortalizados por la imaginación de un diseñador clandestino que quiso enviar un mensaje contundente a la sociedad, en estas épocas en que todo tiene precio y todo se compra o se vende. Aunado al hecho que la contienda electoral en la que nos encontramos definirá el futuro de la paz para Colombia.
Y hablando de paz, que mejor que hablar de dos hombres que fueron capaces de dejar la violencia y las armas para entrar a la lucha democrática, dos hombres que se han ganado a pulso cada uno de sus logros políticos; contrario al señor de la guerra que por sus nexos económicos y políticos, evidenciados por el fallecido Jaime Garzón, fue subiendo en la cadena del poder hasta llegar a tener bajo su dominio los hilos de un país que dejo ensangrentado y en la miseria moral sin contar la física.
Pensarse un líder político de la altura ética de Pepe Mujica o Antonio Navarro, dos hombres cuya mayor riqueza es su bondad y sabiduría, que han entregado sus ganancias económicas para el beneficio general y que viven con una austeridad admirable, dos líderes que disfrutan del atardecer y del alba con la tranquilidad que les trae el deber cumplido con la sociedad, son incomparables con una persona que se gasta 400 mil millones de pesos en un caballo de paso fino y tiene una hacienda que para recorrerla en carro se puede gastar hasta 40 minutos bordeándola.
Antonio Navarro Wolff vive en un apartamento en arriendo, Pepe Mujica vive en una cabaña; el señor Uribe tiene haciendas, casas, apartamentos y además vive en una casa financiada por los recursos públicos y protegida con escoltas militares.
A la hora de pensar en manos de quién me gustaría que estuviera el poder de decidir sobre el futuro de Colombia, prefiero un líder que sea lo más parecido a Pepe Mujica.
@GaboBenavidesB