Colombia está viviendo probablemente el proceso de inmigración que jamás esperó y tal vez por ello nunca se preparó suficientemente para asumirlo exitosamente. Quien más está sintiendo el costo de esa situación desesperada del pueblo venezolano, somos precisamente los colombianos y actualmente se habla de más de 1 millón de personas que por distintas fronteras y de manera legal o ilegal llegan en condiciones muy precarias. Los primeros en llegar a Colombia fueron los empresarios venezolanos con suficiente capital para iniciar su vida en nuestro país. Los acogimos con los brazos abiertos porque traían capital y conocimiento. También recibimos bien a los profesionales que de una manera u otra se han logrado instalar y ejercer su profesión. Pero ahora es el mismo pueblo del vecino país, que sale sin nada y llega con las manos vacías a nuestro país, en búsqueda de una nueva oportunidad de vida.
Lo primero que realmente parece increíble, pero es cierto, es que esa afluencia de nuestros vecinos no se detendrá y de pronto se acelerará aún más. Nadie ni nada parece frenar la crítica situación de Venezuela. Incluso todos los organismos internacionales que se suponen tienen la responsabilidad de defender la democracia en nuestro continente como la OEA, no han podido aportar una verdadera solución para este país que se desmorona cada día.
Frente a esta penosa realidad, la verdad es que en Colombia se está generando una xenofobia contra los inmigrantes venezolanos. Sin duda hay prueba de que también se ha dado solidaridad frente a estas dolorosas situaciones de personas y familias. Entre otras, el gobierno por ejemplo en el caso de la salud está haciendo grandes esfuerzos para atender casos como el de la maternidad. Pero esto no esta sucediendo en sectores de la población colombiana que aun no logran ni un trabajo decente, ni un nivel de vida aceptable.
El motivo del rechazo a los venezolanos pobres, rápidamente se encuentra en situaciones donde quienes demandan empleo en Colombia están saliendo de los trabajadores colombianos a quienes tienen que pagarles de acuerdo a la ley, para contratar inmigrantes venezolanos con salarios muy inferiores, obviamente por debajo de lo que manda la norma o el mismo mercado. Evidentemente esta discriminación está dejando por fuera a personas de nuestro país que ven cómo los reemplazan sus jefes, independientemente de su historia laboral, de su experiencia, simplemente para aprovecharse del desespero de nuestros hermanos venezolanos y reducir sus costos.
Esta situación que se está generalizando, debe ser abordada de inmediato por las autoridades colombianas. Es un abuso de doble vía de quienes emplean mano de obra en el país. Sacrifican a los trabajadores colombianos y también sacrifican a los venezolanos que no tienen otra alternativa que aceptar lo poco que les ofrecen para sobrevivir. Obviamente, especialmente en trabajos que demandan poca experiencia, el ganador neto es quien los contrata. No hay derecho.
Una cosa es que colombianos y venezolanos compitan por un empleo
y otra que se abuse de la debilidad de los inmigrantes
para mejorar las ganancias de los empleadores
Por ello, es hora de denunciar que estos sentimientos de xenofobia que se están generando obedecen a esta actitud abusiva de quienes requieren mano de obra y a un Ministerio de Trabajo que no funciona y que ignora esta situación que puede ser explosiva. Una cosa es que colombianos y venezolanos compitan por un empleo y lo obtenga el mejor y otra que se abuse de la debilidad de los inmigrantes para mejorar las ganancias del sector empleador. Esto sentimientos negativos que pueden llevar a situaciones sociales muy peligrosas, nacen del oportunismo de amplios sectores de contratantes, de patronos.
Señora Ministra de Trabajo: es hora de que actúe no solo con mensajes contundentes a quienes generan empleo, sino con estrategias para evitar que se violen las normas laborales y se aumente la xenofobia contra los venezolanos.
E-mail [email protected]