Leyenda o historia, eppur si muove, habría dicho Galileo Galilei en 1633 frente al Santo Oficio, cuando abrazó el heliocentrismo de Copérnico. Como bien lo señala en artículo en La Nación de Buenos Aires el abogado Francisco J. Dall’Anese, “Por muy aceptado que fuera el geocentrismo, estaba lejos de la realidad, pues la Tierra no es el centro del universo y los planetas no giran alrededor a ella. La verdad copernicana solamente tuvo importancia cuando entró en conflicto con la verdad oficial. La verdad –próxima a la realidad– no es importante si no tiene fricción con la falsedad o la mentira; correlativamente, la mentira y la falsedad son irrelevantes y caminan sin problema cuando no entran en conflicto con la verdad. Quien denuncia esa verdad cercana a la realidad objetiva debe pasar una dura prueba: imponer la verdad a pesar de los mendaces y sus inacabables calumnias y falacias”.
Y hay una verdad que muchos quieren negar: el crecimiento geométrico de las disidencias de las Farc combinado con la desaparición de buena parte de las cabecillas como Iván Márquez, Jesús Santrich y el Paisa, desapariciones que confirman un hecho innegable: las Farc II han renacido. La revista Semana, en su edición del 5 de mayo del 2018, señala: “De nuevo el país rural se convierte en el botín de guerra de un naciente grupo armado similar a las bandas criminales que el Estado no ha logrado doblegar en una década. Hostigamientos, reclutamientos, emboscadas, homicidios, extorsiones y amenazas hacen parte del menú que ya ofrecen 18 estructuras en 13 departamentos… El fenómeno cambió de nombre, pero la problemática sigue igual. No todos son disidentes, sino reincidentes…El problema tiene tal envergadura que es imposible rastrear cada uno de los procesos. Múltiples trayectorias siguieron los exguerrilleros, las milicias y el movimiento clandestino. Por eso, ante este escenario muchos creen que ahora se trata de l presidente saliente, pocas semanas antes de entregar el cargo, proclamaba a cuatro vientos: “Las Farc no existen”enemigo con barba de revolucionario, alma de terrorista, bolsillo de narco y un brazalete de las Farc en su brazo izquierdo y de paramilitar en el otro.” Pero a muchos les conviene negar estas evidencias.
El presidente saliente, pocas semanas antes de entregar el cargo,
proclamaba a cuatro vientos:
“Las Farc no existen”
El presidente saliente, pocas semanas antes de entregar el cargo, proclamaba a cuatro vientos: “Las Farc no existen”. No hace mucho un columnista del diario El Tiempo escribía con júbilo “En todo caso, este 27 de junio tuvo lugar el acto más importante en el último medio siglo en el país: se completó, en Mesetas, Meta, la entrega de 7132 armas de la guerrilla a la ONU. Fue real: ¡se acabaron las Farc! ¡Increíble! ¡Ya no existen como guerrilla! Si alguien despertara de un largo sueño hoy y le contaran que las Farc –que duraron 53 años siendo pesadilla y dolor– terminaron, por la vía negociada, entregando el mayor número de armas, poderosas y en buen estado, que se haya visto en un acuerdo de paz, no lo creería.” ¿Qué dirá el mentado columnista ante la muy segura aparición de las Farc II?
Para el gobierno anterior, el cultivo de la coca, lejos de ser un pecado, se convirtió casi en un sacramento. Pero no solo se premiaba la multiplicación de la ‘gasolina’ que lleva décadas alimentando el conflicto, sino que hoy en día las cortes prácticamente incitan al delito, dado que si a los crímenes, por repugnantes que sean, se les da un tinte político, las altas cortes les asegura a los criminales casi total impunidad. Mauricio Vargas, en su artículo del pasado domingo, no anda con rodeos: “El mensaje de las altas cortes a las nuevas generaciones es claro: maten, secuestren, narcotrafiquen, violen menores, que, si es en nombre de la revolución, les saldrá baratísimo”.
Las Farc II si existen y cada día son más poderosas. Corriendo el riesgo de ser tildado de mentiroso y exagerado, no vacilo en afirmar sobre las Farc II: Eppur si esistono