Carlos Felipe Córdoba, un joven funcionario, muy bien preparado, que conoce la entidad que ahora preside casi desde sus bases, tendrá muchos desafíos, tan complejos como intrincados, que demandan un enorme esfuerzo por parte de dicha corporación durante su periodo.
Y es que estamos en la política “en los tiempos de la corrupción”. No es un fenómeno reciente, pero ha tomado nuevas y complejas formas en los últimos años. Atrás quedaron los pícaros exalcaldes de Bogotá y contratistas amañados poco creativos en sus fechorías para dar paso a poderosas trasnacionales constructoras con departamentos muy bien organizados, cuyo único propósito era comprar conciencias y apoyos de presidentes y políticos en cuanto país desearan invertir.
Si se analizaran todos los frentes de corrupción que deben ser atendidos por Córdoba se nos queda corto el espacio, pero solo vamos a tratar uno: un triste espectáculo, un monumento a la mala planificación y el peculado… los “elefantes blancos”. Colegios, hospitales, parques, centros culturales, puentes, carreteras, jardines infantiles, estaciones de policía, entre otros, son algunas de las obras de gran interés para las comunidades en donde se construyeron, pero por un sinfín de motivos han quedado a medio terminar, generando una pérdida fiscal significativa y privando de sus servicios a la sociedad, la más perjudicada por el abandono de estas edificaciones.
Hace un par de meses se publicó un estudio del DNP junto a la Secretaría de Transparencia de la Presidencia de la República en donde se identificaron cerca de 382 proyectos, cuyo monto se acerca a $3,3 billones, una cifra que seguramente se queda corta si se sumaran todas aquellas obras que superan un tiempo considerable en estado de abandono y ya no se registran. Los elefantes blancos poca o ninguna intervención han recibido por parte de estado para que desaparezcan, o por lo menos para evitar que se sigan presentando.
Bueno, hace poco se radicó en el Congreso una ley de la representante por Bogotá Angela Patricia Sánchez que busca crear un registro nacional de todas aquellas obras civiles sin terminar e identificar los responsables de su financiación y ejecución, y también busca que en los próximos planes de desarrollo municipales, departamentales y nacionales se incluyan en los mismos a las obras que lleguen a quedar a medio terminar, de modo que comprometa a los gobernantes en su intervención.
Aplaudible cualquier iniciativa, venga de donde venga. El llamado es a seguir combatiendo el problema de la corrupción en todas sus formas. El próximo domingo 26 de agosto se celebrará una consulta anticorrupción, que, si bien es importante, se sigue quedando corta y no se puede presumir el final de esta problemática a través de ella. Articular esfuerzos, incluir a todas las entidades del estado y promover iniciativas como la de Ángela Sánchez son importantes, pero el problema de la corrupción es mucho más social que institucional. Córdoba le puede meter la ficha, y sacar buenos resultados durante su gestión como contralor, pero si se siguen presentando colados, en TransMilenio o en el Sisbén, si siguen presentando ante la Fiscalía nuevos falsos testigos, entre muchos otros, no podemos presumir que sean los políticos los encargados.
En cuanto a los “elefantes blancos”, sea Córdoba o Sánchez los que logren su desaparición, ¡a denunciar cualquier abandono en construcciones de interés común!… “vamos a cazar elefantes, Córdoba”.
