¡Me impactó sobremanera!, el video encontrado en las redes sociales cuando preparaba una conferencia con el tema y título que encabezan esta columna. Un joven español, graba un video en que dice “Yo no me suicidé, me mató la fibromialgia”. ¿A qué grado de desespero puede llevar una enfermedad para que ello suceda? Apenas si alcanzo a imaginarlo. Quien no está en sus zapatos, está lejos de comprenderlo –como tantas cosas en la vida sobre las que opinamos y enjuiciamos, sin haberlas vivido o experimentado-. Lo que si sé, es lo que viví como médico, enfrentado a diario con personas con esta situación. También sé, lo que lograron mis pacientes, aquellos que dieron un salto cuántico en el enfoque de su situación y aceptaron el reto de la vida para cambiar su rumbo. Ellos mejoraron.
Tan compleja es la fibromialgia, que algunos médicos han sugerido que ni siquiera es una enfermedad. Realmente es un complejo sindromático que compromete múltiples órganos, sistemas y funciones del ser humano. Trastorno de sueño; depresión, ansiedad u otros síntomas psicológicos; compromiso intestinal; cansancio crónico; fallas en atención, memoria; compromiso urinario; hormigueo en extremidades; dolor de cabeza; finalmente lo que origina su nombre, dolor muscular generalizado, con frecuencia incapacitante.
Tan compleja es la fibromialgia que algunos médicos han sugerido
que ni siquiera es una enfermedad.
Su sindromático compromete múltiples órganos, sistemas y funciones
El peregrinaje por diferentes médicos, especialidades, instituciones, sin curar, llevan más a decepción, frustración y rabia, que en otras enfermedades. La esperanza se va desvaneciendo a ritmo lento lo que lo hace más doloroso y frustrante. (Hablo no solo de la medicina alopática, sino también de la llamada alternativa). Claro, innegable, también existen las personas que alivian sus síntomas, aquellos de curación espontánea también los hemos visto.
Lo que he observado es que la persona que hace consciencia de su vida, de lo que está mal, de lo insatisfactorio y toma la decisión de hacer cambios profundos en su estilo de vida, mejora. Sobre todo quien recupera aquello que le apasiona, aquello que siempre ha querido Ser y hacer. Quien toma en sus manos las riendas de su vida y decide por su propio bien y no solo el de los demás. Decide por el amor a si mismo. Se retira de lo que siente que le es dañino y selecciona solo lo que le da bienestar. Mejora. –No, no es fácil dejar un empleo con toda la seguridad económica que brinda, pero en el que trabajamos forzados, con displacer, a regañadientes- Y lo mismo podría decirse de pareja, amistades, hábitos, adicciones y muchos más.
He observado sin lugar a duda, que retomar el camino de los sueños largamente aplazados, es factor curativo. Coraje y valentía se requieren para hacerlo, más si están ocultos debajo de todo el malestar que produce la fibromialgia. No, no es una panacea, otros luchan por ello y los dolores continúan en mayor o menor grado.
Me sirve esta columna de opinión, sobre una enfermedad cada vez más detectada, para exponer:
A manera de ejemplo: Espiritual, el silencio interno; Mental, un libro como Paz, amor y autocuración; Emocional, esencias florales; Corporal, ejercicio y medicación; Ambiente, cambio de trabajo. Todo, recuperar los sueños perdidos.
Ojalá algún día los médicos seamos capaces de prescribir en estos cinco aspectos, simultánea y unitariamente.
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