De genealogías para justificar a un rey a genealogías para entender a un pueblo

De genealogías para justificar a un rey a genealogías para entender a un pueblo

Pueden ayudar a esclarecer las dinámicas familiares y otorgar luces sobre la configuración del poder, evidenciando cómo un sistema de parentesco se impone

Por: Andrés Óliver Ucrós y Licht
agosto 13, 2018
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De genealogías para justificar a un rey a genealogías para entender a un pueblo
Foto: Pixabay

Lewis Henry Morgan escribió en 1891 Systems of Consanguinity and Affinity of the Human Family, donde esbozó seis grandes tipos de sistemas de parentesco en los que los seres humanos se adscriben a una familia dependiendo de su cultura. Según Hernán Torres, Ph.D., los colombianos pertenecemos al sistema sudanés de parentesco, que no conoce de relaciones de igualdad, solo de inferioridad y superioridad.

El sistema de parentesco sudanés es según Morgan el más complejo de todos, pues designa de forma separada a cada uno de los parientes, lo cual es determinado por la distancia en grados de consanguinidad, su relación de parentesco, edad y género. A diferencia de sociedades como la hawaiana, el padre del individuo en el sistema sudanés se distingue de su hermano y del hermano de su progenitora; la madre se distingue de su hermana y de la hermana del padre, y para designar los primos, también hay diferentes clases y términos.

Este sistema recibe el nombre de sudanés porque es utilizado por los pueblos de Sudán del Sur, en el África. Fue común en los romanos de la antigüedad y en las sociedades anglosajonas.

Dicho sistema denota una organización de la familia y de la sociedad a través de jerarquías de poder de manera semejante a una estructura castrense, basadas en su asimetría.

En aras de lograr esa comprensión de quiénes somos, sumado al trabajo de los antropólogos, está la labor de los arqueólogos, historiadores, genealogistas, genetistas, psicólogos y filósofos de la mente, como de los filósofos evolucionistas.

En este marco de ideas, las genealogías son fuentes para la historia que pueden ayudar al proceso de esclarecer estas dinámicas familiares y otorgar luces sobre la configuración del poder en nuestras sociedades, evidenciando cómo un sistema de parentesco se impone sobre los otros.

Así encontramos dentro de esta rama del conocimiento trabajos de dos clases: los que se hicieron para justificar un sistema de parentesco en una época y un medio específico, como los de Gonzalo Argote de Molina (siglo XVI); D. Luis de Salazar y Castro (siglo XVII); D. Alonso López de Haro (siglo XVII); Francisco Fernández de Bethencourt (siglo XIX); y en la época moderna, otros trabajos de un carácter más imparcial o meramente científico descriptivo, que constituyen simplemente fuentes para la historia, como los de Rafael Sánchez Saus en España; o los trabajos de Miguel Wenceslao Quintero y el grupo José María Restrepo en Colombia, que incluyen las genealogías de Santafé de Bogotá y los linajes del Gran Cauca (revisión de los enjundiosos trabajos de Gustavo Arboleda y José María Restrepo, con inclusión de genealogías indígenas y afrodescendientes por vez primera); o Gabriel Arango Mejía con las genealogías de Antioquia y Caldas; Francisco de Paula Plazas con las genealogías de la provincia de Neiva (basadas parcialmente en los trabajos del mencionado Restrepo) y otros autores que han trabajado capítulos de estos libros con archivos históricos de manera reciente.

Actualmente esta labor dispendiosa que precisa un especial cuidado de las fuentes, limitándose a la confrontación de fuentes primarias y secundarias, lo que es una documentación histórica, se complementa con los estudios de ADN que nos dan una visión si se quiere, “posmoderna” de las genealogías, donde lo importante no son solo las partidas, sino el estudio que corrobora o descarta la filiación, dándole por primera vez un valor a la epigenética en la configuración de nuestras sociedades.

En este momento se hacen nuevos adelantos en la comunicación de estos conocimientos. Por ejemplo Ana María Mejía de Whiteside, diletante e investigadora de archivos históricos, quien cuenta con una de las investigaciones genealógicas y genéticas más costosas y enjundiosas que se hayan hecho en Colombia, complementaria a los trabajos de Arango Mejía, desarrolla un apoyo para un público sordomudo que quiera conocer más sobre estos trabajos de las familias Botero, Mejía, Alzate, Ossa, Villegas, en lenguaje de señas.

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