El sindicalismo democrático ante el nuevo gobierno

El sindicalismo democrático ante el nuevo gobierno

Debe convertirse en una fuerza fundamental que convoque al pueblo a la movilización cuando esta se requiera, en aras del bienestar social y humano de la población

Por: Ariel Peña González
agosto 13, 2018
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El sindicalismo democrático ante el nuevo gobierno

Antes de posesionarse el presidente Iván Duque el pasado 7 de agosto, el denominado sindicalismo clasista que sigue las orientaciones totalitarias de la dogmática marxista había llamado a la confrontación con el nuevo gobierno, como si no existiera la concertación y el diálogo social para resolver los problemas más apremiantes de los trabajadores; sin desconocer la protesta social que también es un mecanismo dentro de la democracia y que no es propiedad privada de ninguna ideología o grupo político en particular.

Ante la postura desenfrenada e irreflexiva del tal sindicalismo clasista se antepone el sindicalismo democrático que tiene su pilar fundamental en la autonomía que no le admite estar recibiendo línea de partidos políticos, gobiernos, patrones o credos religiosos, sino que su independencia le permite percibir las diferentes coyunturas para responder dialécticamente a los retos que se presentan con una estrategia pluralista y mesurada.

Frente a las anteriores consideraciones la CGT (Confederación General del Trabajo), que realizará su décimo congreso en la ciudad de Bogotá del 11 al 14 de septiembre, le presentó un documento al presidente Iván Duque el primero de agosto, en donde esboza una serie de preocupaciones que buscan mejorar las condiciones de vida, trabajo, justicia social y fortalecimiento de nuestro sistema democrático.

El documento en mención tiene propuestas de acuerdo a la realidad del país para que sean tenidas en cuenta en la perspectiva de construir una nación más incluyente, en donde se respeten los derechos de los trabajadores y de todos los colombianos. Todo lo anterior por el fortalecimiento de la democracia, teniendo como columna vertebral la interlocución permanente.

Ahora bien, dentro de los puntos que la CGT le planteó al gobierno están: la revisión a fondo del papel del Ministerio de Trabajo, libertad sindical y negociación colectiva, trabajo decente para una vida digna, modelo económico, comercio exterior en el marco de los TLC y la OCDE, migraciones, reforma social integral, acuerdo de paz, pensiones, educación y formación, protección y reparación a la dirigencia sindical, anticorrupción, conservación del medio ambiente y los recursos naturales, entre otros temas. Esto demuestra que mientras el sindicalismo democrático en cabeza de la CGT hace propuestas concretas al gobierno, buscando elevar la calidad de vida de los ciudadanos, el mamertismo enquistado en algunas organizaciones de trabajadores solamente mete alaridos buscando la confrontación sin propuestas.

En el X congreso de la CGT, que será instalado por el señor presidente el próximo 11 de septiembre, se buscará una metodología para incrementar el número de afiliados a los sindicatos en toda la nación, ya que solamente el 7% de la población económicamente activa pertenece a un sindicato, resaltando que a principio de los años 80 del siglo pasado en Colombia el 25% de los trabajadores pertenecía a una organización sindical, pero la persecución y la tercerización bajó a los niveles que hoy conocemos el número de afiliados. De ahí que el gobierno debe de garantizar íntegramente el ejercicio de la actividad sindical para su expansión.

Cuando se habla de sindicalismo clasista hay que aclarar que las clases se presentan únicamente desde la taxonomía en los animales y en las plantas, o sea zoología y botánica, ya que los seres humanos somos únicos e irrepetibles. Sin embargo, el marxismo-leninismo con su método reduccionista y absolutista busca clasificar a las personas en clases para convertirlas en manadas o rebaños que le obedezcan a las élites comunistas, y en el caso de los trabajadores para hacer lo que les dé la gana con ellos. No obstante, esos sofismas han sido repudiados históricamente por los trabajadores desde siglo XIX, resaltando que la libertad es la que permite que los ciudadanos se unan a los sindicatos para defender sus derechos con independencia.

Son grandes los desafíos que tiene el sindicalismo democrático en Colombia para incrementar su membrecía y convertirse en una fuerza fundamental que convoque al pueblo colombiano a la movilización cuando esta se requiera, pues ella es un instrumento democrático que permite el avance cuantitativo y cualitativo del movimiento de los trabajadores, en aras del bienestar social y humano de la población, que debe ser el objetivo sagrado y legítimo del sindicalismo democrático, rechazando todos los vicios que encarna el totalitarismo cuyo fin es la esclavitud política.

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