Querida Belky Arizala, con esta misiva quiero expresarle mi rechazo a las irresponsables afirmaciones que ha venido repitiendo en diferentes medios de comunicación del país en pro de defender la polémica decisión de haber coronado en su concurso Señorita Afrodescendiente a una mujer blanca-mestiza, que sospechosamente se asume como afrodescendiente.
Que quede claro, poco me preocupa que una mujer blanca-mestiza haya sido la ganadora del certamen, lo que me indigna es que usted ande por ahí desbocada enredando a la gente con las tesis de que el “alma no tiene color” y que “afrodescendientes somos todos”. Permítame decirle que ambas ideas como usted las ve y las explica las considero peligrosas para las comunidades negras, afrocolombianas, palenqueras y raizales, pues no hacen justicia al trabajo de académicos, líderes sociales, comunitarios, afro y no afro que han ayudado a esclarecer el asunto de la identidad étnica en Colombia.
Querida Belky, la invito a leer literatura de quienes investigan y han trabajado en esta tema a profundidad. De la cantidad de literatura que hay al respecto le recomiendo dos libros: ¿Por qué somos así? ¿Qué pasó en Colombia? Análisis del mestizaje, del científico genetista de Emilio Yunis Turbay, y La rebelión de los genes del médico y antropólogo Manuel Zapata Olivella. Indagar un poco quizás le sirva para que mejore su discurso sobre la afrodescendencia, el cual a pesar de ser débil y sin argumento, está sirviendo para confundir a la población colombiana y afrodescendiente, al mismo tiempo que ataca el núcleo de una narrativa identitaria que desde hace mucho tiempo atrás llena de dignidad a la gente afro que en Colombia está representada y organizada en comunidades negras, afrocolombianas, palenqueras y raizales.
Querida Belky, déjame decirle que en esta carta no voy abordar su idea de que el “alma no tiene color”, ese asunto lo trataré en otra ocasión, por lo pronto me interesa desmentir la afirmación de que “afrodescendiente somos todos”. Tesis que por cierto no es de Belky, sino de los genetistas Allan Charles Wilson, Mark Stone King y Rebecca L. Cann, autores de la investigación titulada ADN mitocondrial y evolución humana, publicada el 1 de enero de 1987 en la revista Nature, en la que demuestran que existió en África un antepasado femenino común que pudo ser la madre de toda la humanidad gracias a su ADN que, según ellos, se expandió ayudando a poblar todo el planeta.
Belky, cuando usted valida la anterior teoría también debería reconocer que África es la cuna del pensamiento de occidente, como lo dice Martin Bernal en su libro Las raíces afroasiáticas de la civilización clásica, pero, sobre todo, no debería caer en una banal intuición para justificar la financiación de su evento; la cual asume la afrodescendencia de manera genética pero no toma en cuenta el fuerte patrón cultural, y social de los pueblos. Además, usted ignora de manera solapada que África a partir del siglo XV fue objeto de la más terrible colonización y esclavización llevada a cabo por gente que habita en países europeos, a quienes según su afirmación, considera africanos. ¿Identifica el peligro y la dificultad de lo que afirma? Yo sí.
Ciertamente, el término afrodescendiente es una categoría general, pero debe saber que se complementa muy bien con el concepto de diáspora, concepto que hace referencia a aquellos pueblos que a causa del genocidio y secuestro fueron sacados abruptamente del continente africano para diferentes partes del planeta. De hecho, uno de sus destinos fue el puerto de Cartagena. Belky, si tomara en cuenta la historia de estos seres humanos desde que los desarraigaron de África (cuna de la humanidad y de la civilización occidental) hasta que fueron traídos a Colombia a trabajar de sol a sol, sin pago, a punta de látigo, sudor, sangre y muerte, se daría cuenta que la categoría afrodescendiente tiene un contexto y no es aplicable a toda la gente del globo terráqueo como pretende su intuición y el amañado significado que le da a las diferentes evidencias de que en África “surgieron diferentes especies de homínidos que dieron lugar al ser humano”
Belky, como quisiera que su análisis haya sido producto de la ignorancia del concepto afrodescendiente, de un mal significado del concepto, y no de una apropiación y blanqueamiento de la narrativa afro, o de un perverso tráfico y adecuación del discurso afro descendiente para fines personales.
Querida Belky, voy a concluir diciéndole que cuando se habla de afrodescendientes en Colombia se debe tener en cuenta lo siguiente.
1. En Colombia la afrodescendencia está representada en los pueblos y persona que étnicamente se asumen negros, afrocolombianos, palenqueros y raizales. Reconocidos entre otras, jurídicamente.
2. La afrodescendencia no se trata del color piel (solamente), aunque el tema de la melanina no es de poca monta, ya que históricamente el fenotipo afro ha sido objeto de discriminación. El español blanco-europeo basado en el color de la piel ubicó al “negro” en Colombia abajo en el último escalón de la pirámide social, además tomó el color de la piel como un vulgar criterio para deshumanizar, y negar los derechos civiles y sociales a los afro descendientes, y por el contrario privilegiar a los de tez clara quienes demostraban con documento en mano, supuesta “pureza de sangre” cometiendo todo tipo de injusticias contra la población afrodescendiente.
3. Cada persona en Colombia puede asumirse dentro de la étnica que le dicte su conciencia, y su historia, o no asumirse dentro de alguna etnia. Al asumir una identidad individual y no colectiva.
4. Pero también existe el reconocimiento compartido. De manera que si la gente de la comunidad negra, afrocolombiana, palenquera o raizal, ve que la niña Santandereana, Ana Paula Rueda, que ganó el concurso afrodescendiente no tiene una gota de afro descendiente encima, carece de algún ligamento a territorios afro, no se le ve algo de su cultura, valores, lenguaje, tradición oral, escrita, musical, espiritual, arte, estética, gastronomía, no muestra sentido de pertenencia por alguno de sus territorios, se vale decir entonces que esa chica no es y no representa las comunidades afrodescendientes, y que ese tal concurso es una farsa que ilusiona a mujeres negras, afrocolombianas, palenqueras y raizales para luego salirles con el cuento de que como “todos somos afrodescendientes” se vale coronar a una mujer blanca-mestiza, que no representa ni un pite a las comunidades negras, afrocolombianas, palenqueras y raizales, pero que se asume afrodescendiente de manera oportunista en sintonía con su discurso.
Querida Belky, la afrodescendencia no es lo que usted tiene en la cabeza. La afrodescendencia se respeta, por eso le doy un consejo: no se haga coger rabia, cámbiele el nombre a su concurso.