El primer rocketazo impactó el Palacio de Nariño a las 2.50 pm, el estruendo lo sintieron los invitados especiales que esperaban sentados el comienzo de la ceremonia de posesión de Alvaro Uribe ese 7 de agosto del 2002. El desconcierto quedó en el rostro de quienes asistían que solo se percataron en mirar hacia el techo en busca de alguna respuesta. El encargado del juramento era el senador Luis Alfredo Ramos quien como presidente del senado continuó con la ceremonia. El Presidente estaba acompañado de su esposa Lina Moreno y de sus dos hijos Tomás y Jerónimo.
Por primera vez en casi treinta años la ceremonia presidencial no sería a cielo abierto en la Plaza de Bolívar sino bajo el techo del Capitolio. Las conversaciones en el Caguán entre el gobierno de Andrés Pastrana y la guerrilla de las Farc se habían roto a comienzos de ese mismo año, después de tres años y el conflicto había escalado a unos niveles impensables de violencia. El Presidente Uribe habia llegado con la promesa de una derrota militar a las Farc. La guerrilla quiso mostrar los dientes y planeó desde la selva una acción que se sintiera en el corazón del Estado: la Casa de Nariño y el Capitolio.
Alvaro Uribe Vélez acababa de entrar al Capitolio cuando el rocketazo acabó con la vida de dos miembros de seguridad de Palacio. La huella quedó en una de las cornizas del Palacio presidencial. El impacto transcendió el escenario de la Plaza de Bolívar. El palacio de Nariño no fue el único foco en el que se centró los ataques de las Farc. Uno de los rocketazos, que fue enviado con el fin de hacer más daño en Palacio, cayó a unas cuantas cuadras, en plena calle del Cartucho y mató a 14 indigentes. Ese día, según la Fiscalía, murieron 21 personas y fueron heridas otras cincuenta.
En el Palacio pocos pudieron mantener la calma. César Gaviria se veía nervioso. Como su esposa, Ana Milena Muñoz, miraba todo el tiempo el techo del congreso. La misma inquietud mostraba el ex presidente Belisario Betancur y su esposa. De los pocos imperturbables era Julio César Turbay Ayala quien al menos no dejaba traslucir su inquietud. Los medios, al momento, intentaron minimizar la acción ordenada por la Columna Teófilo Forero y cuyo arquitecto había sido el temible Comandante Mono Jojoy. Sólo reportaron la explosión en Palacio, mostraron una grieta pero ocultaron que dos miembros de seguridad habían caído en el atentado.