Me siento con un deber moral, ético y humanista, de mostrar “las dos orillas” del problema de la salud, del ejercicio médico y del bienestar. Hace quince días escribí la columna: Lo que los médicos no debemos hacer. Hoy el turno es para paciente y familia. Estos temas son exactamente los que me convirtieron en columnista de opinión, hace creo más de ocho años. Triste, pero parece que la situación ha empeorado en vez de mejorar. Llamados a la cordura y a la reflexión, no sobran entonces.
Nuevamente todo gira alrededor de los valores humanos, aquellos que cuando brillan por su ausencia convierten un diálogo, en disputa; un intercambio de ideas, en imposición; la tolerancia, en guerra; el orden, en caos; el respeto, en agresión. Como no mencioné algunos en la columna anterior, hoy los resalto, recordando que siempre van en doble vía, del paciente hacia el médico y viceversa.
La confianza, recíproca, es para mi valor fundamental, pilar del diálogo entre el ser sufriente y el compasivo. Sin ella no puede haber proceso de sanar. Creer en lo que el otro expresa, es indispensable. Si surgen dudas, se deben plantear, resolver. No es cuestión de “tragar entero”. Tenemos derecho a cuestionar y pedir explicaciones hasta quedar satisfechos. Lo contrario, el engaño, que tanto se ve en medicina laboral, por parte de paciente y familia queriendo mayores prebendas. Desterrémoslo.
La sabiduría, del distinguir entre la formación por años del médico
y la incierta información de “Dr. Google
La honradez, no solo la económica, sino la de expresar los verdaderos sentimientos y emociones, que subyacen detrás de la enfermedad y que la matizan aumentándola o mejorándola. Nada más necesario, para el médico, que el paciente no se los guarde. Allí reside la clave de muchos factores que sanan, en todo el sentido de la palabra. Es la honradez de no ocultar el dolor emocional, la tristeza, la rabia, la angustia, queriendo hacernos los fuertes ante médico, familia y amigos. Terminamos engañándonos a nosotros mismos –como pacientes- y dificultando nuestro proceso de salud y bienestar.
La sabiduría, del distinguir entre la formación por años del médico y la incierta información de “Dr. Google”. El panorama completo de una enfermedad y su tratamiento, las relaciones entre múltiples factores, órganos y sistemas corporales, no se aprende con cortas lecturas. Informarse está bien, pero solo para preguntar y volver al primer valor esbozado en este escrito. ¡Qué daño, ha hecho esta práctica! ¡Por favor, seamos cautos!
¿Y los demás valores? Queda a cada quien el explorarlos, rescatarlos y aplicarlos.
Es sencillo, esto de regresar a los valores fundamentales, sobre todo si han sido inculcados y arraigados desde el hogar.
Facebook.com/lamisiondelalma