Después de la Velatón, masiva movilización en contra de los asesinatos a líderes y lideresas sociales, que se realizó en cientos de ciudades de Colombia y del mundo, un grupo de personas de organizaciones sociales nos dimos a la tarea de preparar un documento que recogiera hechos que atestigüen la actual crisis humanitaria que vivimos, las voces de organizaciones que en las regiones están haciendo lecturas del contexto y construyendo peticiones concretas a los gobiernos saliente y entrante, a la Corte Constitucional y a la Comunidad Internacional. El documento completo quedó titulado La voz de las regiones: Queremos paz, no pacificación.
La tarea, en apariencia sencilla, pues se trataba de recoger la situación del mes de julio, empezó a tornarse penosa y enfermiza, cuando el equipo que estaba al frente de la tarea, después de acordar lo básico, construyó el listado de hechos que respaldan la petición. Los asesinatos y amenazas se desactualizaban cada mediodía. La lista, que cabía en media página, en solo dos semanas llegó a 8 páginas y sigue creciendo a un ritmo que ningún país merece como destino, menos uno en el que se acaba de firmar un acuerdo de paz con la guerrilla más antigua del planeta y que el mundo entero aplaudió de pie.
Terminamos parcialmente el 24 de julio, radicando el documento y circulándolo en medios. Nos duele la cabeza, el cuello, la espalda y con toda el alma deseamos no tener que actualizar nunca más una lista tan dolorosa e injusta. Que podamos hacer el listado de las buenas noticias, de las vidas salvadas, de las celebraciones y que podamos morir de viejas. Así sea.