En medio del escándalo desatado por el descubrimiento de lugares encubiertos de espionaje a las comunicaciones de la comisión negociadora de paz en La Habana y a personas de la oposición de izquierda en Colombia, me encontré esta cita maravillosa y provocadora de Carlos Duque, un amigo y colega profesor: “¿Por qué llaman "Central de inteligencia" a un centro de espionaje e infiltración? Inteligencia, sería aceptar la diferencia radical, aceptar la oposición, en otras palabras: aceptar, respetar la democracia. De hecho, la evolución biológica ha demostrado que la inteligencia es más una forma de adaptación que una forma de represión o violencia.”
Como comparto plenamente el sentido de lo que debería llamarse inteligencia, y además durante años he trajinado en temas como la educación inclusiva, me le mido al tema de pensarme una verdadera des-central de inteligencias, tarea urgente para el país.
Nótese que no hablo de inteligencia, en singular, porque es bien sabido desde hace décadas, que hay múltiples inteligencias. Según Howard Gardner, uno de los estudiosos del tema, habría por lo menos nueve inteligencias: Inteligencia lógica-matemática (la única que se valora en las pruebas de coeficiente intelectual), Inteligencia lingüístico-verbal, Inteligencia espacial, Inteligencia musical, Inteligencia intrapersonal, Inteligencia interpersonal, Inteligencia naturalista. Y la inteligencia espiritual, le añade Dana Zohar. Daniel Goleman habla de la inteligencia emocional. Y la lista sigue creciendo cada vez que nos percatamos de una nueva habilidad para comprender el mundo, interactuar de manera armoniosa con nosotr@s, nuestros semejantes y con el planeta.
Nótese que además hablo no de Central sino de descentral, pues no hay nada más dañino que cualquier centralismo: geográfico, político, religioso, ideológico. (Es tan riesgoso que puede llegar a extremos como armar centros puros o puros centros). La idea aquí es descentrar, desenfocar, cambiar la mirada de monóculo por la de caleidoscopio, lograr ver la diferencia y la diversidad que nos habita y no solo aceptarla, sino celebrarla y gozarla. Es difícil, pero no imposible. Como cuando veíamos los cuadros de 3D sin enfocarnos en nada y al mucho rato se aparecía en el mismo lugar observado, un paisaje multicolor que redimía el dolor de cabeza y el tiempo invertido mirando cuadritos sin desesperar.
Así mismo, les propongo el ejercicio de armar nuestra des-central de inteligencias:
Esta descentral, como su nombre lo indica, no estaría ubicada en un búnker, legal ni clandestino, sino en amplios y abiertos espacios, regados a lo largo y ancho del país urbano y rural y funcionaría con asambleas, rumbas y rumbleas (Mezcla de rumba con asamblea, término acuñado por León Octavio Osorno y su combo de Villamaga).
Para comenzar, postulo al Profesor Súper O y a la Cevichica para ocupar la dirección colegiada de esta Descentral. Tienen méritos sobrados: Son ejemplo de inteligencia idiomática, histórica y democrática.
Su misión sería ir en su bocachicóptero por el país, detectando y convocando a quienes puedan conformar las siguientes des-centrales de inteligencias:
- Necesitamos quien se encargue de la inteligencia naturalista, que en nuestras comunidades indígenas y afrocolombianas va tan de la mano con la espiritual: se mide por la capacidad de comprender los ritmos y relaciones con la naturaleza, como un ser vivo que nos alberga. Se trata de comprender que vale más un páramo que una mina, aunque sea de oro o de otro mineral “rentable”. Se trata de comprender que la vida no es mercancía y que es irreemplazable. Se trata también de avanzar en la noción de hermandad con otras especies y no creer que la tortura es arte o cultura.
- Necesitamos quien nos nutra la inteligencia emocional, la interpersonal y la intrapersonal, que nos ayude a conectarnos con el amor propio, que es muy diferente al ego. Una des-central que nos enseñe a amar a los y las demás sin posesión ni violencias, sin humillación ni sometimientos, sin chantajes ni manipulaciones. ¡Que nos aleje, por fin! del amor como un peligro mortal.
- Necesitamos una des-central que nos ayude con la inteligencia musical, que nos mejore el gusto y nos permita disfrutar de la variada música del mundo, sin hacer concesiones a la música fácil, a la que explota la discriminación o exacerba odios y violencias. Que nos permita gozar sin perdernos como humanidad.
- Necesitamos por supuesto, la des-central de inteligencia espacial, no solo para acertar en el mundial de fútbol y en los demás deportes, sino para enraizarnos en nuestro territorio, para saber que este país no es de quienes lo expropian, sino de quienes durante siglos han trabajado imaginando cómo será ir al mar, o cómo será tener una casa propia, o cómo será volver sin miedo a su parcela.
- Necesitamos inteligencias lógico-matemáticas para aprender a sumar y multiplicar, para integrar, en un país en el que la política que solo resta, divide y descompone.
- Necesitamos con urgencia, muchas des-centrales de inteligencia lingüística y verbal, para seguir poetizando la vida, escribiendo y narrando las historias, en un país, en el que como dice Juan Manuel Roca: “La historia siempre se ha escrito por el lado del borrador”.
Les reto a que terminemos de inventar nuestras des-centrales de inteligencias, para armar equipo con el profesor super O y la Cevichica y para contrarrestar la desilusión y la indignación que producen quienes están encargados de la “seguridad” y la “inteligencia” y se han “perrateado” sus significados.