Hace 20 años Lina Paniagua radicó una denuncia por la desaparición de su esposo Jaime Enrique Quintero, el papá de Juan Fernando, el 1 de marzo de 1993. Nadie le ha dado razón a pesar de la insistencia de su cuñada Silvia Quintero, quien incluso lidera desde el 2007 la Corporación Proyecto DES, dedicada a apoyar a los familiares de los desaparecidos de Medellín, sobre todo los de la Comuna 13. Allí, en esta dura zona de la capital antioqueña nació el crack y allí desapareció su papá. La denuncia fue archivada y las versiones desde esa época han sido múltiples y contradictorias.
Jaime Enrique tenía 19 años y jugaba en las divisiones inferiores del Atlético Nacional. Tan habilidoso como su hijo, jugaba de diez. Tenía futuro. Su novia Lina Paniagua, quien tenía apenas 17 años, quedó embarazada y el 18 de enero de 1993 nació en el Hospital General de Medellín su hijo Juan Fernando. Se trasladaron a vivir en la casa familiar de los Paniagua en el Barrio El Socorro de la Comuna 13 y Jaime Enrique se vio obligado a dejar el fútbol. Salía cada mañana a buscar trabajo y uno de esos día no regresó. Fue el 1 de marzo de 1993. Lina recuerda que llevaba tenis blancos y una sudadera gris.
Nada esta claro sobre lo sucedido ese triste día. Se sabe que el joven, sin libreta militar, fue detenido en una batida del ejército y reclutado para prestar el servicio militar. Fue llevado a la Cuarta Brigada de Medellín y de allí trasladado a la Brigada XVII al batallón Voltigueros en Carepa, en Urabá. Un recorrido fatal que corroboró su hermana Silvia Quintero, quien se ha dedicado a buscar a su hermano, a partir de un expediente que confirma que permaneció allí nueve días. La familia le mandaba cartas, le preguntaban si podían asistir al juramento de bandera con el que acostumbran a iniciarse los reclutas del ejército, pero nunca hubo respuesta.
Después vendrían las versiones encontradas, las contradicciones y las mentiras por parte del ejército. El Capitán de instrucción Eduardo Zapateiro Altamiranda testificó en su momento que Jairo Quintero había sido puesto por él mismo en un avión de devuelta a la IV Brigada de Medellín cuando fue encontrado fumando marihuana en el batallón. Nunca llegó a su destino.
Esta versión resultó falsa por el testimonio del oficial Edison de Armas Avilés quien afirmó que él había subido al muchacho no en un avión sino en un bus de la flota Sotraurabá. Según él, cuando cruzaban el puente de Mutatá un grupo de hombres armados detuvieron el bus y escogieron al azar entre los pasajeros a quien llevarse. La mala suerte cayó sobre Jaime Quintero.
Otra versión de compañeros reclutas da cuenta de una pelea con el Capitán de instrucción Eduardo Zapateiro Altamiranda, el mismo que dijo haberlo devuelto en un avión, que nunca le perdonó el oficial. Han pasado 25 años.
Juan Fernando Quintero en este 2018 se reinventó. No sólo jugó un gran Mundial convirtiendo uno de los goles más bonitos sino que en la Final de la Copa Libertadores en el Bernabeu lo transformó en figura y en serio aspirante a ganarse el trofeo de mejor futbolísta de América. Tenemos Quintero para rato. juega su segundo mundial. Es un ídolo. Siempre mesurado, tranquilo, casi que con bajo perfil, nunca se ha quejado por su dolor familiar. Sigue pateando seguro con la ilusión de quedarse con la copa del mundo mientras su mamá y su tía esperan saber algo de Jaime, para, en el peor de los casos, poderlo despedir con el funeral que se merece.
