Suárez, Cauca, a una hora de Cali, tiene sus montañas cubiertas de coca. En diez años cayeron los sembrados de pancoger y las parcelas cultivadas para reemplazarlos por coca. Llegaron del sur, de Nariño y Putumayo grandes cocaleros cargados de semillas que repartieron entre los campesinos que no dudaron en empezar a cambiar el café, la yuca, el plátano por el rentable cultivo. En este municipio como en cientos de Colombia se mezclaban campesinos, narcos y guerrilleros: economía legal e ilegal.
La firma del Acuerdo de La Habana le abrió a los pobladores un nuevo horizonte: dejar atrás la coca y regresar a su vocación campesina. Todos estaban dispuestos. A comienzos del año un funcionario del programa de sustitución en cabeza de Eduardo Diaz y el ministro del post-conflicto Rafael Pardo los invitó a organizarse para firmar un pacto colectivo. En marzo estaban listos. Pero nadie del gobierno volvió a aparecer. La situación es general en el país. El resultado: 209.000 hectáreas de coca a un mes de terminar el gobierno Santos.
*Nombre cambiado para proteger su identidad
@jjjaramillo2