Gustavo Bolívar Moreno nació en Girardot, un municipio a tres horas de Bogotá de clima caliente, que compone el inmenso departamento de Cundinamarca. Desde muy joven empezó a enamorarse de la literatura y a los 13 años escribió su primera novela, “El precio del Silencio” que llegó a la televisión colombiana 20 años después.
Toda la vida ha querido crear conciencia en las personas sobre temas sensibles como la guerra, la violencia, la política, la juventud, entre otros. Comenzó entonces a través de los programas de televisión que escribió y dirigió, entre ellos, por ejemplo: “Pandillas, Guerra y Paz”. Fue así como se puso como objetivo, dejar mensajes contundentes en los televidentes y generar debates en la sociedad sobre las problemáticas del país.
“Con los programas de televisión si hubo mucha acogida y la gente empezó a cuestionarse sobre muchos temas, pero en realidad el nacimiento de las redes sociales me han acercado más a mi objetivo, que es crear conciencia sobre temas duros, pero sobre todo, sobre la política -en la que creo- pero sin políticos corruptos”.
Un par de años después, motivado por su inconformidad e indignación con la clase política del país, Gustavo Bolívar empezó a usar su cuenta de la red social Twitter para realizar una crítica constructiva sobre el modelo, las personas, las instituciones, la corrupción, el gasto injustificado del erario público, los abusos de los congresistas, Etc.
“La verdad yo sé que soy muy intenso y hay mucha gente que se aburre de leer mis críticas, pero las redes sociales se han convertido en el puente perfecto para publicar mi indignación sobre los políticos de Colombia”. Así las cosas, en 2011 la historia de Bolívar tuvo un punto de giro radical “una persona un día me dijo que yo solo me dedicaba a criticar pero que para proponer nada (…) eso me cayó como un baldado de agua fría y entendí que era cierto y que si quería lograr algo tenía que empezar a moverme”.
De tal suerte que pasó de ser uno de los miles tuiteros, blogueros e internautas pasivos, a convertirse en un activista de calle, un indignado de marcha, un crítico que comenzó a tocar de verdad a la gente que decide, a los votantes de la vida real. La “marcha de los antifaces” realizada en el año 2011, fue la primera convocatoria que organizó con los indignados y logró que más de 12 ciudades del país marcharan como protesta en contra de la corrupción. Es de recordar que en ese año se destaparon escándalos como los permisos otorgados al detenido exsenador Juan Carlos Martínez, el desfalco a la DIAN, la corrupción en el manejo de la Dirección Nacional de Estupefacientes, el carrusel de la contratación que dejó como cara responsable al exalcalde Samuel Moreno y a los muy recordados primos Nule.
“Tengo que decir y con mucha vergüenza y arrepentimiento, que mi gran motivación para meterme de lleno en este proyecto anti corruptos, fue haber votado por Samuel Moreno Rojas (…) La verdad es que a mi el Polo me defraudó, creí en su propuesta de modelo, aposté mucho por ellos e incluso les hice campaña con mi familia y amigos y todo ¿para qué? Para que resultaran siendo los ladrones más grandes e igualitos a la clase política corrupta de este país (…) ahí dije no vuelvo a caer nunca más”.
El caos institucional que empezó a gestarse en ese entonces, fue el llamado de alerta y de conciencia que despertó el fervor de Bolívar para tratar de buscar un cambio real. Así, creó la Fundación Manos Limpias con la ayuda de Oscar Dueñas, Marcela Peña y varios encargados a nivel nacional, la cual tiene un objetivo claro: realizar una revolución pacífica a través de la concientización (etapa 1), de indignación real (etapa 2) –momento actual de dicha revolución– y llegar a actos fácticos (etapa 3) como referendos, movilizaciones y protestas pacíficas de resistencia civil.
Todo este esfuerzo ha tenido sus frutos. La fundación, liderada por Bolívar, ha sido la autora de convocatorias exitosas como la “Corzotón” –aquella manifestación en la Plaza de Bolívar que logró que le bajaran a los congresistas el rubro de sus viáticos para gasolina–; los “Premios Carroña” en dónde hay categorías como “buitre revelación” y se nominan a los políticos que han decepcionado a sus electores con diferentes acciones u omisiones.
También entre otros, promovieron la tendencia en Twitter de #FueraMerlano, para castigar al senador que quería evadir una prueba de alcoholemia diciendo que había sido elegido con 50.000 votos, una iniciativa que tal vez puso a pensar a los funcionarios de la Procuraduría, que finalmente destituyeron e inhabilitaron a este congresista.
Así, poco a poco fueron creciendo y las cuentas de Twitter de la fundación tiene más de 60.000 seguidores y la de Gustavo Bolívar más de 130.000 simpatizantes. En cada ciudad en donde hay simpatizantes del voto en blanco, hay unos comités encargados que son responsables de los promotores voluntarios y de la campaña en esa zona del país.
Fue así como llegaron a la campaña más importante en Colombia por estos días: la gigante promoción del voto en blanco. La estrategia ha sido clara en redes sociales, desprestigiar y visibilizar los actos de corrupción y negligencia de los políticos tradicionales que por años han legislado y manejado los hilos de Colombia. “El voto en blanco es un mecanismo que nadie usa ni sabe como funciona (…) lo que queremos es darle un valor real a ese voto y lograr poner caras nuevas en los tarjetones, caras que no hayan burlado antes la inteligencia de nosotros los colombianos”, explica Bolívar con la paciencia de un profesor de kínder. Bolívar no está solo, junto a él hay cuarenta voluntarios de base más en Bogotá y otros sesenta repartidos en todo el país.
El escritor y quienes promueven el voto en blanco como la opción más pura de voto, han sido duramente criticados porque han terminado siendo acusados de querer recibir dineros a través de esta iniciativa. Pero Bolívar como su máxima figura explica: “lo que los colombianos no saben es que nosotros nunca hemos tenido la intención de inscribir el voto en blanco porque es que simplemente es un apartado que saldrá en el tarjetón, es un derecho que tenemos quienes no sabemos por quien votar o quienes no queremos seguir siendo engañados por los mismos políticos de siempre (…) nosotros no inscribimos nada y por lo tanto no recibiremos ningún tipo de dinero de reposición de votos por parte de la Registraduría”.
Aunque saben que es difícil conseguir más de la mitad de la votación –que es lo que se necesita para cambiar a los candidatos–, las cifras demuestran que hay un gran número de personas que no quiere elegir lo que está servido en la mesa hoy y eso incluye la reelección del Presidente Juan Manuel Santos.
“Nos encantaría que si por ejemplo el voto en blanco obtiene por decir algo un millón de votos y que eso digamos que significa 5 curules, pues que esas curules queden sin nadie en el Congreso, que queden en blanco, es el deseo de la gente que votó en blanco y además ahorraría los millonarios gastos que implica tener a 5 congresistas durante 4 años”. Pero para una propuesta de este tipo tendría que haber reformas constitucionales o incluso una Asamblea Nacional Constituyente que modificara el esquema que se plantea hoy creando una Nueva Constitución Política del país.
Sin dinero, ni maquinaria política pero con mucha pasión, este grupo de personas que se entregaron de lleno a esta causa pacífica y revolucionaria, han puesto en jaque las cifras presentadas por las firmas encuestadoras y han logrado convencer a muchos colombianos de que el camino está en el voto en blanco. Seguirán este mes que queda haciendo campaña por todo el país, creando conciencia y “seguiremos saboteando a los políticos corruptos para que este país tome conciencia sobre quienes elige”.