Hace dos años y medio, cuando salió de la alcaldía de Bogotá, Gustavo Petro se lanzó a recorrer el país para impulsar su campaña presidencial. De manera casi que estratégica, armó un gobierno con funcionarios llegados de las regiones que tenían algo en común: el petrismo. Los mismos que trabajaron junto a él durante los cuatro años regresaron a sus ciudades a seguir trabajando por la causa de la Bogotá Humana, ahora sería la Colombia humana.
El plan fue tan exitoso que el trabajo por fuera de Bogotá resultó electoralmente más rentable que la propia ciudad donde gobernó en donde necesitó el apoyo del también exalcalde Antanas Mockus para imponerse en la segunda vuelta presidencial en la que Petro logró la mayor votación de la izquierda en una contienda electoral: 8 millones de votos.
Barraquilla y el Atlántico fueron un ejemplo del arraigo petrista donde la gente salió a aclamarlo a la Plaza de la Paz cuando el exprocurador Alejandro Ordoñez lo destituyó. La siembra desde entonces recayó sobre los hombros de José Cristóbal Padilla, quien fuera el segundo de Jorge Rojas, la mano derecha en política social de Petro en la Secretaria de Integración Social, desde donde movieron buena parte de los programas dirigidos a los estratos más desprotegidos de la ciudad. Padilla fue también alcalde (E) de Ciudad Bolívar y una vez concluyó la administración regresó a su tierra donde asumió la jefatura de la Colombia Humana en el departamento, al mismo tiempo que intentaba llegar al senado el la Lista de la decencia.
Se conocieron como copartidarios en el Polo, y con la ruptura en 2010, Padilla se fue con Petro a la aventura de Progresistas. En la primera vuelta presidencial mostraron sus dientes y le dieron el primer zarpazo a la maquinaria de los Char y Cambio Radical, quienes lograron elegir cuatro senadores y cuatro representantes a la Cámara por Atlántico en las elecciones legislativas, cuando la Colombia Humana obtuvo 331.687, Duque 234.045 y Germán Vargas 171.968, a pesar de su afinidad y apoyo de los poderes locales.
Para la segunda vuelta los Char y toda la clase política de la ciudad y el departamento se fue con el candidato del Centro Democrático Iván Duque. Y ni así ganaron. Petro les sacó una diferencia de 100 mil votos.
La estrategia de Padilla fue simple: crear equipos en zonas político-electorales, cuidar el voto y la acción publicitaria. El trabajo voluntario se multiplicó y las personas por iniciativa propia empezaron a facilitar sus casas para montar sedes. Baranoa fue un ejemplo, así como Repelón, un pueblo abandonado en el sur del departamento en el que los tradicionales músicos del grupo 20 de julio se convirtieron en los principales promotores de Petro en el municipio. Como ellos, fueron muchos los que se animaron a pintar murales, ocupando las fachadas de las casas y los medios de transporte con imágenes de campaña.
La vigilancia el día de las elecciones fue, según Padilla, la clave para obtener el resultado final. Para todos los políticos es el día definitivo para el cual reservan el 30% del presupuesto de la campaña. Lo de Petro fue más organización de base que recursos: se inscribieron cerca de 2.500 testigos electorales en Barranquilla y en el departamento llegaron hasta 5.000 para ponerle el ojo al conteo voto por voto el pasado 17 de junio. Ese día, según Padilla, la Alcaldía habría reducido sensiblemente el servicio público pero la gente se las arregló para utilizar motos y transportar partidarios en carros particulares.
Se trató de una construcción colectiva en el que mujeres como las profesoras Ivette Guerrero y Zulma Salazar lograron organizar varios grupos que lideraron la campaña en las 35 zonas electorales.
La victoria de Petro sobre los poderosos Char, sin embargo, sorprendió a quienes no conocen la historia política de Barranquilla que también en otras ocasiones ha mostrado su independencia dándole el triunfo, en contravía a las directrices institucionales de los partidos, al general Rojas Pinilla, a la Anapo, luego al M-19 e incluso el cura Hoyos.
Ahora el objetivo de Petro es mantener durante el próximo año el entusiasmo de la campaña y estructurar una organización que le de voz y voto a los nuevos liderazgos que surgieron en esta campaña. Jefes políticos como José Cristóbal Padilla solo piensan en hacerse oír en las elecciones de alcaldes y gobernadores, concejales y diputados, donde los Petristas quieren jugarse nuevamente el poder con las maquinarias no solo de Char, sino de las casas conservadoras de los Gerlein y Fincho Cepeda y del viejo partido liberal de los Name reciclado en el Partido de la U que llevan controlando la política regional durante los últimos veinte años.
