La canciller Angela Merkel sentó un precedente en cuestiones humanitarias sin referentes cuando decidió, en el año 2015, que todos los refugiados sirios no registrados podían quedarse en Alemania, sin importar el punto de entrada a la Unión Europea. Las consecuencias inmediatas de esta decisión fueron dramáticas: aquel año, 1,1 millones de migrantes llegaron para quedarse en Alemania, de los cuales 476 649 solicitaron asilo político. La audacia de la canciller Merkel, que siempre ha defendido esta política migratoria basada en consideraciones de humanidad y solidaridad mutua, fue criticada desde el inicio no solamente por la extrema derecha, sino también desde las filas de su propio partido CDU (Unión Demócrata Cristiana), así como de su aliado histórico el partido regional CSU (Unión Social Cristiana) que ya en ese entonces calificó esta decisión como “un error histórico sin precedentes”.
Esta disputa sin resolver constituye el núcleo de la crisis actual del gobierno de coalición alemán que apenas se constituyó en marzo del 2018. El gobierno conformado por el CDU de Merkel, el CSU y los socialdemócratas (SPD) está enfrentado en una lucha por el futuro rumbo de la política migratoria. El estado de Baviera celebrara elecciones regionales en octubre de 2018 y todos los sondeos indican que el partido CSU perderá la mayoría absoluta que ha retenido con pocas interrupciones por los últimos cincuenta años. El rival más serio del partido bávaro es el partido extremista “Alternativa para Alemania”, cuya bandera es precisamente la lucha contra la inmigración ilegal.
Horst Seehofer, ministro del Interior,
ha hecho suyo el discurso contra los inmigrantes y anunció.
por ejemplo, que el islam “no forma parte de la cultura alemana”
Dado este panorama, el ex primer ministro de Baviera y jefe del CSU, Horst Seehofer, quien ocupa el cargo de ministro del Interior, ha hecho suyo el discurso contra los inmigrantes y anunció, por ejemplo, que el islam “no forma parte de la cultura alemana”. Seehofer exige de forma tajante que Alemania rechace en sus fronteras a todos los solicitantes de asilo que ya fueron registrados en otros países de la UE. La canciller Merkel ha descalificado firmemente esta propuesta, alegando que sería ilegal según la legislación europea y que podría tener un efecto dominó para los solicitantes de asilo en el resto de la Unión. Los socialdemócratas alemanes, por su lado, han insistido en que las fronteras deben permanecer abiertas para todos los solicitantes de asilo, convirtiendo esta cuestión en un asunto explosivo para el gobierno mismo. En este contexto, hay que recordar que las negociaciones anteriores entre el CDU, los Verdes y los Liberales fracasaron precisamente por el tema de la inmigración.
La opinión pública, mientras tanto, está dividida. Las cifras objetivas muestran que las aplicaciones para asilo en Alemania cayeron dos tercios en 2017 en comparación con el año anterior, y la tasa de crímenes ejecutados por extranjeros es baja, y disminuyó un 22 % entre 2016 y 2017. Sin embargo, algunos casos aislados, como el de un refugiado iraquí acusado de haber violado y asesinado a una adolescente alemana, son aprovechados por los populistas para sembrar miedo, por lo que la mayoría de los alemanes ya están convencidos de que su país no puede aceptar más inmigrantes, y están a favor de políticas más restrictivas. Esto deja a Angela Merkel sin mucho espacio de maniobra.
A pesar de todo, la jefe de gobierno más experimentada de Europa todavía tiene alternativas de negociación. Merkel no ha cedido al ultimátum de su socio conservador Seehofer, y convocó una cumbre extraordinaria europea que acaba de celebrarse en Bruselas para encontrar una solución global. Aunque en este encuentro de 16 jefes de gobierno no se produjo una solución milagrosa, Merkel subrayó que existía mucha buena voluntad para avanzar juntos. En el interés de mantener un gobierno unido, preservar el liderazgo de Alemania y no permitir que la Unión Europea fracase por causa de la crisis migratoria, hay que esperar que la canciller tenga éxito en esta tarea.
