El excandidato presidencial Gustavo Petro, en los últimos días de campaña electoral y en el discurso en donde reconoció la derrota, manifestó el apoyo a su candidatura en el plano internacional de unos personajes siniestros, tal es el caso de Noam Chomsky, quien es un marxista redomado que aparece como filósofo, lingüista y politólogo de EE.UU., cuya máxima realización en la vida fue haber respaldado totalmente al gobierno comunista genocida de Pol Pot en la década de los setenta del siglo pasado, cuando dicho régimen asesinó a tres millones de personas en Camboya con los jemeres rojos.
Además, Petro también recibió el respaldo del italiano Antonio Negri, a quien el aspirante presidencial de la llamada izquierda en su discurso del 17 de junio en las horas de la noche lo elogió como el continuador de la obra de Antonio Gramsci. Sin embargo, lo que no se debe pasar por alto es que el señor Negri fue miembro de la banda terrorista las Brigadas Rojas en Italia, se le señala de estar involucrado en el asesinato del primer ministro Aldo Moro en 1978, y en los últimos 14 años ha fungido como ideólogo de la internacional comunista del foro de Sao Paulo.
Así mismo, para completar los respaldos internacionales Gustavo Petro hizo alusión al esloveno Slavoj Zizek, el cual es un comunista totalitario que hace apología de la violencia y la dictadura del proletariado para aplastar a los contradictores. Pues bien, con esos respaldos internacionales habrá que preguntar: ¿con qué autoridad moral los miembros de la denominada izquierda pueden denunciar los excesos que han ocurrido por parte de agentes del Estado en el conflicto político-militar de Colombia? A la secta marxista-leninista que se matricula en esa izquierda no le importa la ética ni la moral, ya que lo que le interesa es conquistar el poder político a cualquier precio para conservarlo de manera vitalicia, sin ningún escrúpulo.
Por otro lado, con asombro el mismo domingo por la noche en el discurso de Petro escuchamos el grito de resistencia ante el triunfo del candidato del Centro Democrático Iván Duque, con lo que se le notifica al próximo gobierno que la oposición que impulsará el candidato derrotado será hirsuta, teniendo en cuenta que sectores enfermizos que colaboraron con la campaña de Colombia Humana ya han planteado un bloque de poder hegemónico comunista, por los 8 millones que obtuvo Petro, esto con base a las enseñanzas del comunista italiano Antonio Gramsci.
Cabe anotar que por primera vez en décadas se observó en la campaña electoral para la presidencia de la república una lucha ideológica en donde seguidores de la democracia liberal confrontaron de manera denodada al totalitarismo comunista, lo que obligó al candidato Gustavo Petro a recular en varias oportunidades ante la falta de argumentos; esa batalla de ideas debe continuar en los próximos años, pues es la que garantiza la defensa de las instituciones para preservar la libertad y la democracia, ya que el marxismo con las diferentes máscaras que usa para engañar no aguanta el debate.
Colombia se salvó el pasado 17 de junio de haber caído en las garras del totalitarismo marxista, porque hace algunos meses se daba por descontado, de acuerdo a las encuestas, que la llamada izquierda se tomaría el poder, ya fuera con Gustavo Petro (respaldado por partidos políticos afiliados al foro de Sao Paulo, como Progresistas, Partido Comunista y la Unión Patriótica) o en su defecto con Sergio Fajardo, candidato ambiguo, pero que era secundado por el Polo Democrático y la Alianza Verde (a la sazón miembros del foro de Sao Paulo). Incluso, se llegó a pensar que en la segunda vuelta se enfrentarían Petro y Fajardo, pero el pueblo colombiano supo reaccionar para salvar nuestra nación y no permitir una calamidad similar o peor a la de la hermana república de Venezuela.
El desquiciamiento de algunos seguidores del candidato que perdió es tan grande que hablan de una insurrección para derrumbar el régimen por la cantidad de votos de alcanzó Petro, rechazando cualquier oposición civilizada, agregando el disparate de que el pueblo está listo, lo que evidencia en buen romance la actitud recalcitrante y nefasta de esos sectores comunistas totalitarios, que consideran a la democracia como un simple medio para lograr sus objetivos burocráticos abyectos.
El electo presidente Iván Duque, apoyado por las mayorías nacionales, demostró nuevamente su talante democrático en el discurso que pronunció tras su victoria. Además, por obtener la cifra récord de más de 10 millones 300 mil votos queda con un mandato claro y como primer mandatario de todos los colombianos, sin importar las posturas ideológicas y políticas. Por eso, debe buscar la armonía social para dejar atrás la polarización que alimentan los sectores izquierdistas; porque respaldar su obra de gobierno es de vital importancia para el desarrollo humano de la población, basada principalmente en la concertación con las organizaciones sociales y sindicales, que han sido el objetivo estratégico de las fuerzas totalitarias desde hace muchos años, pero que no se pueden dejar a la deriva por parte de un gobierno republicano y democrático como el que se instalará el próximo 7 de agosto.