Por primera vez va a haber un gobierno que agrupa a la centroderecha y una oposición en Senado, Cámara y distintos escenarios gremiales y en las plazas públicas que integra a la centroizquierda agrupada alrededor de los 8 millones de votos por Petro, más los pocos más de 800.000 en blanco que también estarán agenciando sus posiciones críticas con respecto a los dos grandes sectores mayoritarios.
En la campaña presidencial, antes y después de la primera vuelta, en táctica, estrategia, en mecánica y carpintería electoral, el Centro Democrático, encabezado por Uribe, les dio sopa y seco a sus rivales, pues aprovechó todos los espacios democráticos abiertos por el sistema electoral y por los medios y redes de comunicación para difundir sus mensajes y programas y mantener a sus potenciales electores participando activamente en las propuestas y en las elecciones internas e interpartidistas previas a la elección de Duque como candidato de la coalición de derecha que ganó. Nunca los dejaron enfriar "para entrar al cancha" en cualquier momento.
El Partido Liberal, con la autodestructiva campaña liderada por el expresidente Gaviria, dio las primeras paladas para cavar su propia tumba, con la citación a la consulta popular en frío y en noviembre, sin aprovechar el gancho para atraer a los votantes que les brindaban las elecciones de marzo para elegir senadores y representantes.
En la coalición que integró al Polo Democrático, el Partido Verde y el sector de Fajardo cometieron un error parecido al desligarse de la consulta en marzo y dejarle el foco de atención de los medios de comunicación y redes sociales a los precandidatos de la derecha y a Petro y Caicedo, quienes empezaron a crecer en las encuestas, mientras los que habían picado en punta desaparecían del debate y los medios y se estancaban.
En el 2019, para las elecciones por alcaldías y gobernaciones, los precandidatos que apoyaron a Petro deben conocer el territorio y las administraciones que pretenden gobernar para poder impulsar transformaciones efectivas en beneficio de las poblaciones que las habitan.
La superación del clientelismo y corrupción, los contratos a dedo, la construcción de vías y servicios, la Reforma Agraria Integral y el impulso a la producción agropecuaria, la salud y la educación inclusivas y adecuadas a las condiciones y necesidades de las comunidades, el apoyo a los campesinos y la solución al problema de la dependencia de cultivos de coca, marihuana y amapola, en algunos municipios de la costa, sur y norte del Cauca, entre otros, son grandes retos que deberán afrontar desde las administraciones municipales, departamental y en unión con el gobierno nacional, que con la votación masiva a favor de Petro en el Cauca, Valle, Nariño, Putumayo y Chocó, deberá entender el sentimiento de descontento y abandono que embarga a los habitantes de la región Pacífica colombiana, con relación al poder central, en los últimos 16 años, manejado por bogotanos y antioqueños, quienes han concentrado las inversiones y proyectos de infraestructura en sus regiones y en la costa Atlántica, dejando al suroccidente del país con una clase política y dirigente en decadencia y resignada a recibir las migajas del presupuesto nacional.
En sus primeras declaraciones el presidente electo anunció su propósito de limar las asperezas y el ambiente polarizado para gobernar sin posiciones radicales que caracterizaron al Centro Democrático con relación al gobierno de Santos, buscando sacar adelante propuestas que busquen solución a los principales problemas socioeconómicos y políticos que afectan al país desde hace décadas. Con mayorías en el Congreso, incluidos los que gobernaron con Santos, no tendrá problemas para sacar adelante las leyes y reformas que proponga, aunque en lo relacionado con los acuerdos de paz y reformas agraria, a la justicia, salud y educación, política ambiental y minera, entre otras enfrentará la movilización de comunidades organizada por la oposición activa y en las plazas públicas, y no solo en el Congreso, tal como lo anunció Petro.
“Ya no se trata de duquismo ni de petrismo, sino de una Colombia para todos nosotros. Somos una sola Colombia en medio de nuestras diferencias, con esa gran riqueza diversa, tenemos que concentrarnos en las cosas que nos unen y no en lo que nos desune”, expresó Duque en su primer discurso como presidente electo, intentando suavizar el clima de polarización que predominó en los últimos años entre los partidarios de los acuerdos de paz y los contendientes en la campaña electoral que acaba de terminar.
“Nuestro papel no será el de testigos de la corrupción. Volveremos para liderar a un pueblo, para dirigirnos desde allí al país y recorrer las plazas públicas. Lo nuestro es la movilización popular”, enfatizó Petro en el discurso de aceptación del triunfo de Duque.
