La dinámica política de las últimas horas muestra cómo la fuerza de los hechos, debidamente interpretados por los dirigentes de centro y de izquierda, puede lograr que la confluencia de estas corrientes políticas llegue al poder. Es el desarrollo de dos procesos convergentes.
El primero, la apertura de muchos sectores progresistas y de izquierda a una lectura renovada de la sociedad y a aceptar que esta ha evolucionado hacia grandes grupos sociales dinámicos, fluidos. Además, que para interpretar las necesidades y aspiraciones de la sociedad a la paz y a cambios en la política se deben considerar desde la numerosa población pobre y marginada, hasta los sectores medios, que tienen una calidad de vida razonable y se mueven por el mundo. Sin olvidar que se trata de lograr prioritariamente el avance rápido de los pobres y marginados a condiciones de vida dignas y sostenibles.
El segundo proceso es el del centro político (Coalición Colombia y otros) para contemplar una plataformag completa con el fin de modernizar el país. Las propuestas de dar prioridad a la educación y a la lucha contra la corrupción son necesarias pero insuficientes; la extrema derecha con engaños ya le quiere arrebatar estas banderas al centro. Una política amplia incluiría la protección ambiental, la lucha contra la desigualdad social, el estímulo a la economía y lo rural, el fortalecimiento de la institucionalidad y de lo público, etcétera. Lo que permitirá acercamientos con los progresistas y la izquierda, pues se tendrían objetivos comunes para profundizar rápidamente en los acuerdos logrados, llegar al poder en la segunda vuelta, consolidar la paz como propone sabiamente Mockus y compartir una plataforma de trabajo.
Antanas Mockus, Claudia López y otros muchos son claves para asegurar procesos de transición pacíficos hacia un desarrollo sostenible y democrático. En este momento el país tiene suficientes líderes y sobretodo muchas mujeres capaces de dirigirlo de una forma nueva, construir una izquierda amplia y consolidar un centro fuerte para enfrentar la vieja política.
La alianza de casi todas las fuerzas políticas tradicionales alrededor de Duque-Uribe, así como la penosa manifestación de apoyo de los dirigentes gremiales y el sesgo evidente de algunos medios, reflejan una incapacidad para entender que el país y el mundo cambiaron y un gran miedo de perder el control del poder, a sabiendas de que fueron derrotados en la primera vuelta. No quieren aceptar que para asegurar estabilidad económica es necesario reducir la pobreza, la desigualdad y frenar la destrucción de la naturaleza. Y que la paz significa un desarrollo social, económico justo y ambientalmente sostenible y no la oportunidad para el avance violento de un crecimiento insostenible.