Que un presidente de una asociación de fútbol de un país amenace a un jugador como Messi con el siniestro argumento de que si juega (un partido amistoso) contra la Selección de Israel verá camisetas quemadas refleja la bajeza y el tono gangsteril de quien está al frente de esa institución.
La Fifa debería pedir su destitución inmediata y suspender por un tiempo determinado a esa asociación de eventos internacionales. Si al colombiano Edwin Cardona, con justa razón, fue suspendido porque se burló de los coreanos estirando sus ojos en un partido amistoso contra los asiáticos, y le malogró, de alguna manera, su convocatoria al mundial de Rusia, la Fifa debería hacer lo propio contra Jibril Rajoub, presidente de la Asociación de Fútbol Palestino. Este personaje no debería estar al frente de esa institución porque contraviene una disposición de los estatutos de la Fifa, la cual reza que debe haber “independencia y prevención de injerencias políticas” de quienes están al frente de las federaciones.
¿Qué habría pasado, pregunto yo, si el presidente de la asociación de fútbol israelí hubiese amenazado a Messi a no jugar contra los palestinos y acto seguido hubiera convocado a los judíos a quemar la camiseta del astro argentino?
El llamado de Jibril Rajoub a quemar camisetas ya tuvo eco en unos “progresistas” argentinos y españoles pro-palestinos que se presentaron al campo donde practica la selección argentina en España con camisetas ensangrentadas.
Lo más curioso y pueril de este episodio fue la carta firmada por 70 “niños” palestinos dirigida a Messi con el siguiente tenor: ...nuestra felicidad se convirtió en lágrimas y se rompieron nuestros corazones. ¿Es acaso lógico que Messi, el héroe, vaya a jugar en un estadio construido sobre las tumbas de nuestros ancestros? Los verdaderos autores intelectuales de esta carta deberían salir del closet y no utilizar a niños que lo que más quisieran es jugar y ver un mundial. No andar firmando y redactando proclamas políticas.
El deporte une, no divide. Lo supo muy bien Nelson Mandela cuando aprovechó un partido de rugby de su país para convertir ese episodio en un escenario de inclusión y reconciliación. Lo hicieron Corea del Norte y Corea del Sur en los pasados juegos de invierno.
El escritor Albert Camus dijo que “todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol”.