Cansado, triste y contento: Sergio Fajardo y su voto en blanco

Cansado, triste y contento: Sergio Fajardo y su voto en blanco

"No quiere manchar su personalidad transparente e insípida. Por eso, sabe que no se sentirá responsable"

Por: Cristian Castaño
junio 06, 2018
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Cansado, triste y contento: Sergio Fajardo y su voto en blanco
Foto: W Radio

Al preguntarle un medio de comunicación a Sergio Fajardo cómo se sentía con los resultados de las elecciones presidenciales, su respuesta fue variopinta: “Me siento cansado, triste y contento”. Sensaciones entremezcladas de una persona que estuvo a menos de trescientos mil votos de alcanzar la segunda vuelta presidencial y concretar su propuesta de remontada frente a los proyectos “extremos” que representan Iván Duque y Gustavo Petro.

Conocidos estos resultados, multitudes de personas esperaron con ansias su definición frente a la segunda vuelta presidencial. Su posición final de votar en blanco en la contienda del 17 de junio dejó un gran mar de sinsabor entre la votación petrista y un grupo importante de seguidores suyos quienes esperaron una posición de convergencia frente a la arrasante votación uribista y se lograra una convergencia en torno a evitar el regreso del “embrujo autoritario” al poder político.

Sin embargo, y a pesar de la cadena de respuestas cargadas de desilusión frente a la propuesta esperanzadora de la Coalición Colombia, debo expresar que su posición me parece totalmente respetable. Y es totalmente respetable en la medida que Fajardo, ya que desde el primer momento expresó su postura de alejarse de las propuestas adoptadas por Duque y Petro, y así continuó su postura hasta el final.

Punto para Fajardo.

Personalmente no comparto su posición, pero insisto en pronunciar mi respeto a su posición, pues ha llevado a cuestas un nivel de coherencia con el cual pretende dirigirse hacia el final. Muestra de ello es que Sergio Fajardo ha sido una persona que en el marco de su carrera política no llegó a plantear posiciones serIas frente a aspectos relacionados con el bienestar de las víctimas del conflicto y la construcción de Paz, salvo el tratamiento de la delincuencia en la alcaldía de Medellín, denunciada por sus supuestas alianzas con los combos de Don Berna.

Alejarse del quid de las discusiones frente a la paz ha sido su deporte de combate: lo dejó claro en su columna en El Colombiano en el año 1997 sobre el balance de la gobernación de Álvaro Uribe Vélez, cuando no quiso pronunciarse frente a las Convivir. Tampoco puso cuidado frente al llamado de las víctimas del paramilitarismo en Ituango para que frenará el Proyecto Hidroituango hasta que se esclarecerá la suerte de los cuerpos arrojados al río Cauca. Inclusive, excepto en alguna que otra intervención en campaña el Programa de la Coalición Colombia, el cual representó su candidatura a la presidencia, no pasó de la formalidad en su compromiso con la implementación del Acuerdo Final de Paz de La Habana.

A pesar de esto respeto su decisión de votar en blanco, que mayor atrevimiento al pretender entrometerme en su decisión cargada de convicción. Sabe bien que después de un descanso podrá continuar en la academia, acá o en el exterior, puede vivir tranquilo con su conciencia de haber hecho lo correcto. Puede vivir con tranquilidad, pues nunca tocó la llaga que constituye la raíz problemática en nuestro país y sabe que por eso no será amenazado, perseguido, ni mucho menos asesinado por pensar distinto. Se siente cómodo desde su posición en las barreras, desde la “intelectualidad sin riendas” que invocara el sociólogo alemán Karl Mannheim, levitando por encima de la lucha de clases.

No quiere manchar su personalidad transparente e insípida. Por eso, sabe que no se sentirá responsable de que, en un eventual gobierno de Álvaro Uribe, travestido en la figura de Iván Duque, tenga que seguir contando muertos inocentes por cuenta de la continuación de la guerra. Se le habrá pasado lo cansado y triste, permanecerá contento en su casa o en el aula de clase, tranquilo, sereno. Lamentablemente, su posición destruye y nos podría conducir barranca abajo a la consolidación del uribato, en sus encuentros con Gustavo Petro no logró comprender que la Coalición Colombia y la Colombia Humana son proyecto con más convergencias que divergencias. Su decisión castró el dinamismo en la política e hizo de su llamado a la indiferencia la preparación para que mucha ciudadanía libre que votó en los comicios del 27M inclinara su cuerpo y volviera a cargar a sus cuestas el peso muerto de la historia.

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