He tenido la oportunidad de hablar con varios conocidos que votaron por Fajardo el domingo pasado, y que entraron en depresión por el resultado de la primera vuelta. Muchos de ellos se encuentran en un estado de tristeza profunda y contagiosa a la que es difícil ser inmune y, más aún, sacarlos de ahí. Me ha costado trabajo entenderlos, pero después de varias interacciones tengo una hipótesis que no sé si sirva para levantarles el ánimo y seguir adelante (espero que así sea) o incluso los lleve a un estado de negación más profundo. En todo caso, me atrevo a exponerlo por este medio con la intención de que toda la sociedad entre en reflexión: este asunto emocional está fuertemente ligado al discurso con el que se posicionó la campaña de Fajardo, un discurso fuertemente orientado hacia las emociones.
La estrategia del uribismo consiste en relacionar la candidatura de Petro con el sentimiento del miedo. El fajardismo en realidad no se preocupó por desvirtuar esa estrategia sino que de hecho capitalizó sobre ella: "no tienes que escoger entre el 'odio' y el 'miedo', también existe 'la esperanza'". Pero para posicionar a "la esperanza" hay que aprovecharse de la sensación del miedo y jamás desmentirlo. Necesitaban que existiera ese miedo, porque el miedo le da razón de existir a la esperanza.
Como resultado, muchísimos de los seguidores de Fajardo tienen una vinculación emocional fuerte hacia el candidato. La sensación que tienen después de la primera vuelta es que como Fajardo no pasó a segunda, entonces "les quitaron la esperanza". Y ahora "sin esperanza", tienen que entendérselas con la siguiente emoción que queda, la cual en este caso es "el miedo". De ahí que muchos digan "ahora me toca votar con miedo".
Es difícil ahora que caigan en cuenta que mucho de lo que se decía durante la campaña hacía parte de una estrategia publicitaria fuertemente emocional. Aún si se les muestra que muchos de los argumentos de esta campaña ya los había usado hace 4 años:
“2014: Con Peñalosa #Podemos" - “2018: Con Fajardo #SePuede"
"Con Peñalosa #Podemos cambiar el rumbo de Colombia porque no le debemos nada a las maquinarias políticas e ilegales; porque no somos los títeres de un expresidente, ni vamos al gobierno a vengarnos de nadie, sino a construir un país mejor con todos los colombianos".
Es un error asumir la situación de una manera totalmente racional y acudir únicamente a la argumentación. Así como cuando uno intenta convencer exclusivamente con argumentos a alguien profundamente tragado, que sabe que esa persona no le conviene. La lógica que muchos de ellos manejan en este momento es principalmente emocional. Si se les señala alguna incoherencia en la que están inmersos, negarán la incoherencia y lo señalarán a uno de querer atacarlos, asumirán que uno tiene una actitud agresiva hacia ellos y desvirtuarán cualquier argumento que se les presente sólo por el hecho de que es uno quien se lo dice.
El lío es que por el momento se encuentran en un estado de tusa bravísimo. Asimilando la "renuncia a la esperanza", posiblemente con sentimientos negativos hacia quienes se la quitaron, añorando la última vez que alguien quiso dársela y tampoco lo dejaron y con el anhelo de que más adelante llegue nuevamente alguien con quien puedan lucharla.
Ahora, mientras pasan el idilio, Colombia se va para la m…