Sergio Fajardo ha dado una magistral lección de buena política, como él la había soñado y se había obsesionado. Es sin duda uno de los más grandes ganadores de estas elecciones, aún a pesar de su manifestación de no volver a ser candidato (lo cual es realmente dudoso, considero que ni él mismo lo sabe). Lo más probable es que sí vuelva a ser candidato.
Equivocadamente muchos creen que la votación del exgobernador de Antioquia fue de la izquierda. Nada cierto. Primero es un fuerte apoyo de opinión, de gente sin partido y que nunca antes habían votado. Es además un voto no polarizante, es decir de quienes tenían que decidir entre el terror a Petro (léase bien terror) y el miedo a Uribe (no a Duque).
Es bien sabido que por el asunto de Maduro (una especie de oscuro espanto) y la terrible crisis de Venezuela, en un gran sector de la población se creó un imaginario terrorífico configurado en Gustavo Petro como la transmutación de Maduro en Colombia. Por otro lado en un gran sector del país hay un recio antiuribismo, que puede motivar muchas antipatías y rechazos, aunque no terror.
Muy seguramente un sector pequeño de la izquierda a regañadientes por cuenta de Jorge Robledo apoyó al exalcalde de Medellín. Pero casi obligados. Veamos por ejemplo el caso de Jorge Iván Ospina que no sabía siquiera donde ubicarse. Y al parecer aún está en el aire por cuenta de las duras críticas de Angélica Lozano. Entonces la izquierda fue muy tibia con Fajardo. Por otra parte el exgobernador de Antioquia tiene grandes simpatías con industriales y mucha “gente bien” como Héctor Abad y otros similares, que detestan al exalcalde de Bogotá. En realidad son ideológicamente de derecha que viven en su “zona de confort”. Para ellos también Petro es el “coco”. Y ni qué decir del Sindicato Antioqueño y los empresarios fajardistas.
¿Entonces qué ocurrirá con quienes apoyaron a Fajardo, con esos casi 4,6 millones de votos? En el mejor de los casos Petro cautivaría un 30% y Duque, (que como lo dijo la revista Semana no asusta), tendrá al menos otro 30%. Los demás votarían en blanco, se abstienen o se quedan en la franja de indecisos, no sabe, no responde.
Ese millón cuatrocientos que muy seguramente respalden a Duque provenientes de Fajardo, serían más que suficientes para sumar los 9 millones que requiere un candidato en segunda vuelta para hacerse con la presidencia. Solo los votos de Fajardo podrían entonces hacer de Iván Duque nuevo presidente de Colombia. Y ello sin contar el efecto del “voto útil” que arrastra a miles de votantes indecisos que quieren jugar a ganador y luego mostrar que son triunfadores por una necesidad más psicológica. Ni tampoco tenemos en cuenta la adhesiones de todos los partidos tradicionales, hoy bastante cuestionados.
No se puede ser tan facilistas y simplistas como tantos hacen cuentas alegres, de sumarle a Gustavo Petro la casi totalidad de votos de Fajardo. Como lo ha dicho Claudia López no tienen dueño y son más libres que todos. Para muchos de estos indecisos, en esta franja y otras la definición, podría entonces convertirse en un dilema menos difícil de resolver (entre ellos también los del legítimo centro o los sin partido): escoger entre el terror y el miedo. Aunque personalmente no creo que ello sea así, ni en lo uno ni en lo otro, es más el imaginario de la gente. Es mejor votar a favor de un candidato por sus méritos, que hacerlo por ir en contra de otro. Ese, si es el ‘voto inútil’.
Apostilla: Los dos candidatos en caso de ser elegido presidente, desde hoy deben estar comprometidos con la creación del Instituto nacional de protección de la vida animal. La sostenibilidad planetaria y la protección integral de la vida, no dan espera.