Por las madres de Soacha y todas las familias revictimizadas el domingo 27 de mayo cuando el victimario sacó la mayor votación:
Testimonio de un falso positivo
Hoy los saludo desde este exilio que algunos llaman tumba y otros llaman ajusticiamiento.
Soy aquel acribillado cuya razón fue víctima de la pasión irracional de esos hombres que silencian la búsqueda de libertad.
Aquí estoy ante ustedes siendo ese grito de silencio del que juzgan por salir a la calle a exigir su voz, su dignidad; a exigir poder ser y lo que le corresponde por ser humano, demasiado humano.
Hago parte de esa población “exclusiva” que llaman falsos positivos, pero que la verdad y la memoria reivindica como: obreros, activistas, sindicalistas, campesinos, estudiantes, maestros, mujeres, líderes comunitarios, en fin, todo aquel que se la juega por la búsqueda de ese ser ciudadano, de ese poder ser sujetos de derecho.
Soy el desconectado, soy el estrato uno, soy el parcero, soy el ñero, el gamín, soy el Sisben, soy la comuna, soy el invisible, soy el nadie, soy el de la noticia amarillista, soy el desplazado, soy el desterrado, soy el enterrado en la fosa común, soy el N.N, soy el cuerpo, la sombra, la conciencia ametrallada, soy el descuartizado, soy el que busca la madre de la candelaria, soy Lalinde, soy la ejecución extrajudicial que en este país llaman lucha contra los terroristas… en fin, soy aquel que justifica porque Colombia se encuentra en el pódium de ser un país violador de derechos humanos.
Por eso te pregunto: ¡Mírate, me mataron y no dijiste nada!
