Pasada la noche de guayabo o festejo en cada uno de los hogares colombianos, los balances políticos no se han hecho esperar. A simple vista, se podría hablar del triunfo del uribismo y la quemada de las maquinarias tradicionales; por un lado el del Partido Liberal, y por el otro, de los diferentes partidos y movimientos que el exministro Vargas Lleras ha utilizado en sus 30 años de carrera política.
Sin embargo, más allá de estas apreciaciones, los resultados electorales dejan ocultos entre tanta cifra los verdaderos ganadores de la jornada electoral: las propuestas políticas que recibieron el apoyo mayoritario y que condicionarán las posibles alianzas para hacer realidad los sueños de país por los que votaron —y votamos— millones de colombianos.
En primer lugar, y al contrario de lo que ocultan los 7.569.693 votos que obtuvo la alianza de derecha llamada a filas para apoyar al joven —hoy canoso— Iván Duque, la gran ganadora de esta consulta democrática fue la paz. Al escuchar las alocuciones de los candidatos Fajardo, De la Calle y del sobreviviente Petro, la paz fue uno de los ejes centrales sobre los que su agitada audiencia enardecía a gritos cada vez que era proclamada.
En una democracia cada voto cuenta y si se suman los cientos de miles que aportó con honradez Humberto de la Calle, los millones de la Coalición Colombia (Alianza Verde + Polo democrático) y los otros tantos que dieron la victoria a Gustavo Petro, son 9.840.130 votos que nos sirven de revancha ante el triste sabor de boca que dejó el plebiscito por la paz.
Es por tanto desde ahí, desde la paz, que cada uno de los grupos políticos que pueden incidir en la segunda vuelta, deben realizar el análisis sociopolítico de la posición que van a tomar. Es una cuestión de responsabilidad política, es una cuestión de responsabilidad con el futuro del país.
Sobre la mesa han quedado propuestas interesantes y necesarias con estos nuevos tiempos, como la terminación del servicio militar obligatorio o la propuesta de De la Calle de garantizar un primer año de empleo para graduados de colegios y universidades en temas relacionados con la paz. Aunque parezcan propuestas de segundo orden, son fundamentales si se observa el aumento sustancial de votación por parte de los jóvenes en estas elecciones.
Por otro lado, se encuentran las propuestas relacionadas con el modelo de desarrollo del país. Más allá de los posicionamientos macroeconómicos de los diferentes candidatos por la paz, hay puntos de encuentro que nos aportan luces sobre el camino a recorrer: desestimar el uso del glifosato, no al desarrollo del fracking, el agua como bien prioritario a proteger por la Constitución y la primacía de la decisión de las comunidades sobre el Estado en lo referente al uso y destino de sus territorios.
La articulación alrededor de estas propuestas no solo visibiliza la importancia del desarrollo de políticas públicas social, económica y ambientalmente sostenibles; también revierte en el fortalecimiento de los derechos y la institucionalidad contemplada en la Constitución de 1991, de la que fueron parte dos de los tres candidatos que abogan por la paz y cuya importancia hicieron explícita el día de ayer en sus pronunciamientos.
A este respecto es pertinente hacer una anotación. La protección de los principios e institucionalidad establecidos en la Constitución vigente adquiere mayor importancia cuando el candidato Iván Duque habla de cerrar cortes que hacen parte de la estructura judicial en el país, aquellas que tienen en curso en este momento más de 14 procesos abiertos contra su mentor Álvaro Uribe Vélez.
Las últimas dos propuestas ganadoras de las elecciones del domingo revierten su importancia en el acceso, protección y democratización de la Educación en el país, así como una acción contundente contra la corrupción anidada en nuestra cultura política. Aquí, la Coalición Colombia tiene un camino recorrido que el candidato más cercano con opción de gobernar, Petro, no debe desconocer.
Así las cosas, me uno a la masa expectante de una posible alianza del capital electoral de De La Calle, Fajardo y Petro, una candidatura escoltada por la guardia indígena, en la que la paz, la justicia ambiental, la participación comunitaria, la educación y la lucha anticorrupción, sean el punto de partida para el país que soñamos.
Y si de soñar se trata, en la Colombia Humana donde podemos caber todos, quisiera ver a Sergio Fajardo de Ministro de Educación, a Jorge Enrique Robledo de Ministro de Agricultura y a Humberto de la Calle de Ministro del Interior.