No puede la gente de Iván Duque caer en triunfalismos... El panorama es incierto para ambos candidatos, y de cómo sepan manejar en adelante sus alianzas dependerá en gran manera quién llegue a la Casa de Nariño. Históricamente, quienes han perdido en primera vuelta han logrado cambiar el resultado en segunda.
El triunfo de ayer tampoco le garantiza nada a Gustavo Petro, hoy ocurrió lo previsible, según las encuestas; pero no creo que su canto revolucionario —que llena plazas, eso sí— se traduzca necesariamente en votos, toda vez que la izquierda colombiana está muy fraccionada y queda menos de un mes para lograr un consenso en este sentido.
Además, Petro perdió mucho voto de opinión las últimas semanas al tratar de deslegitimar la transparencia de las elecciones, y esto al final le puede costar, pues ayer, tras conocer el resultado cambió total su discurso, y reconoció el resultado, por lo que creo que le va a quedar muy de pa' arriba quejarse y cuestionar al sistema electoral de cara a una segunda vuelta, justo ahora cuando el voto antipetrista de Fajardo también jugará un papel determinante.
Y es que pese al antiuribismo, que le quita votos a Duque, hay que reconocer que este señor, sin desmarcarse de Uribe, ha logrado llegar a un amplio sector del liberalismo que, de paso sea dicho, gracias a la mezquindad de César Gaviria terminó siendo la prostituta de los partidos, y de ahí el estruendoso fracaso de un gran hombre como Humberto De La Calle.
Así las cosas, el país va a seguir polarizado. En estos comicios ha ganado la derecha y la izquierda; cada uno a su manera seguirá destrozando a su contrincante en la plaza pública, y en este sentido estoy seguro de que los ataques de parte y parte los próximos días serán despiadados.
Consuela finalmente el que las encuestadoras se reivindicaron con la opinión pública, esta vez le pegaron al perrito... También resulta sano para la democracia el hecho de que las maquinarias estatales se quedaron sin aceite y fracasaron completamente; Juan Manuel Santos perdió con Vargas Lleras y con De La Calle, lo que significa un esperanzador cambio en el pensamiento ciudadano, y hasta en el voto de los funcionarios públicos, quienes demostraron que ya no le comen a ese constreñimiento de que siempre son víctimas, esto por cuenta de mandatarios regionales que siempre los coaccionan y casi que extorsionan, al punto de plantearles amenazas tales como la posibilidad de perder sus puestos.
Nada está ganado, y nada está perdido para Duque y para Petro. Las cartas están sobre la mesa y los dos candidatos deben jugarse con estrategias fuertes, con determinación, pero sobre todo con guantes seda y el ojo bien abierto; porque aquí el que pestañea pierde.
Posdata: Siendo honestos y consecuentes, lo de Fajardo ayer fue extraordinario. El profe no solo sacó una votación que lo catapulta de cara a las elecciones regionales del 2019, sino que además —y con un discurso muy calmado y sereno— demostró que sí hay caminos limpios para hacer política desde la intelectualidad, y no necesariamente desde la plata. ¡Bien por el tipo!
