En Latinoamérica, en las últimas décadas, la trampa comunista del marxismo-leninismo ha encontrado el terreno abonado para timar a los pueblos, utilizando diferentes nombres y aprovechándose de la democracia, que para el totalitarismo es un simple medio cuyo fin es la dictadura eterna. Con esa patraña cayó Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina, Brasil y otros países, aunque algunos de ellos se han liberado. Sin embargo, todavía el peligro sigue latente, por ejemplo en Colombia en donde se están realizando elecciones presidenciales, Gustavo Petro, candidato de una coalición marxista, tiene importante apoyo de sectores desinformados.
Y al igual que en Colombia el comunismo totalitario no duerme en México, y aparece como favorito en las encuestas Andrés Manuel López Obrador, cuyo partido es el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) que hace parte de la internacional comunista del foro de Sao Paulo, en compañía de la mayoría de los partidos que lo acompañan en una coalición. Las elecciones federales se realizarán el próximo primero de julio.
El marxismo al ser irracional por sus componentes mitológicos y supersticiosos, dentro de sus rituales para dominar a los pueblos ha utilizado diferentes máscaras, durante su criminal y burocrática existencia, comenzando por Lenin que se puso como careta la de bolchevique dentro del partido obrero socialdemócrata de Rusia, para posteriormente crear el partido comunista, después de la revolución de octubre de 1917.
Desde luego Latinoamérica por su atraso ideológico, también ha sido víctima de las marrullas marxistas, resaltando que el sátrapa de Fidel Castro se declaró comunista cuando ya estaba en el poder en Cuba, porque antes tenía como coartada al Movimiento 26 de Julio, cuya ideología supuestamente era nacionalista y democrática, con la cual hizo la revolución en la isla, para ulteriormente declarar como partido único al comunista en 1965, que según el artículo 5 de la constitución lo define como: “la vanguardia organizada de la nación cubana, fuerza dirigente superior de la sociedad y el Estado, que organiza y orienta los esfuerzos comunes hacia los altos fines de la construcción del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista”.
El anterior esperpento constitucional de la camarilla comunista cubana es en realidad un sustitutivo de la religión, en donde condena a las masas de ese pueblo por toda la eternidad a vivir bajo la férula de la maldición marxista. Sin embargo, la cosa no se queda ahí, porque los países de la región según la receta del comunismo totalitario, deben seguir ese camino usando diferentes disfraces que como ya lo hemos denunciado en otras oportunidades son: el del socialismo del siglo XXI, el indigenismo, el progresismo, el bolivarianismo. Todos esos dislates son para copiar a Hugo Chávez, que de manera vulgar trajo los desechos del marxismo, repudiados en Europa con la caída del muro de Berlín para implementarlos en Venezuela, convirtiendo a ese país en un sanitario comunista.
Los seguidores del marxismo parecen ir en contra de su conciencia y su actuación se circunscribe dentro de lo más primitivo de la política, por ello tienen un comportamiento zafio que desecha la ética, al querer convertir a las masas en una manada, lo cual demuestra que los miembros de esa secta saben que están equivocados y en ocasiones son vergonzantes, porque muchos de ellos no permiten que los llamen comunistas, pues eso va en contraposición de sus intenciones abyectas, por lo cual se cambian de máscara para engañar a los pueblos que de manera ingenua se dejan envolver de sus artificio
Los marxistas también han utilizado máscaras timando a las naciones en Asia, recordando que el genocida de Kim Il-sung en Norcorea, abuelo del actual dictador, para esconder su marxismo impulsó la idea Juche, la cual significaba: “que propietarios únicos de la revolución y su posterior construcción son las masas”. Lo anterior, entendiéndose como una mezcolanza entre el comunismo y la cultura tradicional coreana. De igual manera, en Vietnam se ocultó el comunismo con la fundación del partido de los trabajadores de Vietnam en 1951, pero con la reunificación de ese país en 1976, tomó el nombre de partido comunista de Vietnam, siendo eso demostrativo de la superchería marxista que se acondiciona para hacer caer a los pueblos ingenuos.
La falacia comunista con la cual han engañado naciones demuestra que lo dicho por Lenin no es tan alejado de la realidad, cuando afirmaba: “nosotros somos una iglesia”. De ahí precisamente se desprende que la superstición y el mito son inherentes al marxismo y por ello aprovechando la religiosidad en Latinoamérica y su cultura crearon la teología de la liberación, impulsada en los años 60 del siglo, pasándolo como un producto comunista traído a Latinoamérica por la KGB, agencia secreta de la URSS; evidenciándose que el marxismo se mimetiza hasta en la religión para lograr satisfacer sus instintos insanos que buscan envilecer a los demás.
El marxismo ante su orfandad filosófica e intelectual ha tomado a grandes hombres de la historia latinoamericana para ultrajar su memoria, como es el caso de César Augusto Sandino (1895-1934) en Nicaragua, conocido como el general de hombres libres, cuya ideología era la de un auténtico liberal clásico, pero lo utilizaron de icono para tomarse el poder en Nicaragua y perpetuar a un régimen corrupto y genocida en esa nación centroamericana, en donde la barbarie comunista con una camarilla impúdica pretende la perpetuidad en el poder, masacrando a la población como ha ocurrido en los últimos días.
No solo los comunistas han usado la memoria de Sandino, también el libertador Bolívar ha sido víctima de la trama; situación similar ocurre con José Martí, Tupac Amaru, Miguel Hidalgo, Emiliano Zapata, Gaitán en Colombia a quien los comunistas trataron en su momento de fascista y el general Gustavo Rojas Pinilla, que junto a su colega Juan Domingo Perón de Argentina eran conocidos por su anticomunismo.