Querida Alejandra
Hace muchos años que nos conocemos, y en ese tiempo siempre he admirado tu dedicación y trabajo por la democracia en este país. Pero hay algo que he admirado mucho más durante años, y quisiera que este fuera el momento para contártelo.
En los años en que la vida nos dio la oportunidad de trabajar juntas, los escándalos de la parapolitica eran pan de todos los días en el país. Algunos de nosotros salimos a los medios de comunicación a denunciar el contubernio entre paramilitares y políticos para llegar al Congreso de la República, o para conservar los lugares que en muchos casos el clientelismo y la profunda desigualdad de nuestras regiones les habían agenciado durante décadas.
Algunas de estas personas se aliaron con paramilitares y obtuvieron beneficios, otras lograron con armas conservar las curules que de otra forma hubieran perdido. Otros aún más oscuros llegaron incluso a agenciar masacres para conservar incólumes sus votaciones y su poder regional.
En ese momento, salimos indignados, denunciamos y gritamos que no era justo que esas personas conservaran sus beneficios. No era justo que ganaran. Muchos de ellos pagaron condenas en la cárcel, y otros no. Muchos de nosotros quedamos frustrados con los resultados del trabajo realizado. Personalmente me cuento entre las personas que de repente se dieron cuenta que no éramos héroes, ni tampoco salvamos la democracia y que las regiones continuaban siendo presa de esa política violenta y malsana que aún nos acosa.
Pero tú no. Tu sabías en ese momento que el trabajo más importante era velar por las elecciones en el terreno, aunque tenía más réditos sociales y mediáticos la denuncia altisonante. Ahí estaba la trampa. Muchos investigadores y personas de la academia cayeron en ella, y sin mucho rigor empezaron a denunciar 'porque sí', 'porque me contaron', 'porque mi amigo en región me dijo que...'. Total, si son políticos, seguro tienen algo que pagar. Ante una cámara conocí gente que llegó a filtrar información sin confirmar, sólo por el placer de sentirse héroe de la patria. Esa misma patria que en las regiones y los territorios sigue sufriendo atentados contra su democracia, aunque valientes investigadores bogotanos denuncien a las élites. Perdimos por completo la dimensión del problema. Perdimos la capacidad de análisis para mejorar. La trampa de la fama por vía de denuncias se terminó comiendo brillantes mentes. Pero insisto, tú no.
Tu siempre eras la voz ecuánime que decía que lo más importante era que la gente tuviera buenas y mejores herramientas para votar. Que el voto del domingo fuera el mismo voto del martes. Que defendíamos la democracia con miles de observadores voluntarios en el terreno. Siempre me pareció que tu eras la verdadera voz autorizada en el tema, que tu ecuanimidad e imparcialidad hacía que la MOE fuera siempre una voz autorizada en la materia.
Hasta hoy.
No conozco las razones de fondo, ni las explicaciones, ni las fuentes. Pero un Twitterinforme no es un informe. Es un reguero de información sacada de contexto que confunde al elector y que sólo tiene un eco entre un reducido círculo de personas que ya nos conocemos suficientemente bien. Hablar de los candidatos lo puede hacer cualquiera. Por redes sociales lo hace todo el mundo y es información a la mano. Ponerle la etiqueta de la MOE no hace a esta información más autorizada, sino que le resta credibilidad a esa organización que se ganaba en terreno y a pulso su legitimidad.
Sinceramente creo que decir que Iván Cepeda tiene una investigación abierta en la procuraduría en un Twitter sin contexto no le aporta a la democracia absolutamente nada. No defiende al votante, no da información relevante. Pero sí cae en la trampa del escándalo sin sentido. Obviamente sí es noticia. Y Obviamente por fin caiste en la trampa.
Sé muy bien que el camino de lo correcto suele ser el más difícil. Que esa cruzada de conseguir financiación para las cosas no mediáticas es como pedir plata para un proyecto invisible. Pero tu proyecto original era el correcto.
Te escribo esta nota junto con un abrazo y un requerimiento de ciudadana a ciudadana para recordar el camino que se perdió. No tiene que ver con las preferencias individuales por partidos o candidatos. Tiene que ver con las formas de hacer las cosas. Y tú precisamente me enseñaste que las formas son tan importantes como los fondos, y a veces más.
Deseo de todo corazón que logres hacer el maravilloso ejercicio de observación electoral que hacías. Porque eras la única que lo hacía, y sigue siendo más que necesario.
Cariñosamente,
Laura Bonilla