Después de un mes de un frío que rompía los huesos, volvió a salir el sol en Bogotá. A las 4:40 p.m. ya estaba sobre el insolente escenario puesto frente al Congreso el grupo de Ska Estampida con su trillada rabia social y sus viejas arengas contra el imperialismo.
Las nubes despejaron también el cielo de Medellín, cuando Petro cerró ayer su campaña. Dudo que sea un mesías, pero viendo a los indígenas que lo acompañan y a los neohippies de siempre, al exalcalde de Bogotá no le falla su talante de chaman para invocar a los dioses y espantar la lluvia. Desde la calle 26, por toda la séptima, llegaron delegaciones del Casanare, el Catatumbo profundo y el Guaviare, tratando de llenar la Plaza de Bolívar.
El ambiente tarda en encenderse. A un costado del escenario, de incógnito, entra Edson Velandia con su guitarra y su caminado de burro. Un fan obeso y con cara de ñoño le compra el último disco, el que editó en vinilo. Edson lo saluda de mala gana y a regañadientes le firma un autógrafo sobre la caratula. El sol cae furioso sobre la multitud. El público Petrista aguanta con la disciplina de un ejército.Velandia se sube y arrulla a la gente con sus versos. Los vendedores de souvenires de Petro hacen su agosto.
Cinco de la tarde y en el Planetario donde se une la carrera 7 con la calle 26 se reúnen tres mil personas. A las 5 dan la orden. Caminan en silencio. Dan algunas arengas. De la Universidad de Neiva llegan estudiantes que vienen de lejos. La falta de sueño y de almuerzo no les merma el impulso.
Entramos a la tarima. No hay Fuerza pública. A Petro lo custodian monjes taoistas e indios emberas y nasas.
Carlos Andres Mosquera vive en Itsmina. Sobre sus hombros ha soportado la presión de la minería indiscriminada. Él, como su gente, se reventó. Junto con 6 compañeros hicieron bazares y en buses destartalados desafiaron la crecida de los ríos, las inundaciones y el cansancio, e hicieron el viaje de 78 horas para estar en el cierre de campaña, resteándose los ultimas monedas en los bolsillos. Llegan tambien del Guaviare, Putumayo, la Antioquia que nunca se ha sentido parte del Uribismo. De Barranquilla y de Puerto inirida.
Si Petro es fuerte en Bogotá este era el día para mostrarlo. A las 6:10 p.m. hay una tensa calma, la calma que hay antes de un concierto. Totó La Momposina amenaza con encender la fiesta, pero aún no aparece.
La distancia que hay entre la gente y la tarima no ayuda a que se caliente el ambiente. Seis y media y sale Totó. Problemas de sonido hacen del momento más esperado un anticlimax. Totó se queja de la organización, amenaza con retirarse. No le gusta el sonido "algo está pasando, no me oyen, hay saboteo". La voz de Totó busca eco y conectar con las raíces negras, indígenas, mestizas. La gente la aplaude, la hace suya. Con la plaza llena baila El pescador que baila con la playa, que no tiene fortuna, solo su atarraya.
Y de un momento a otro todo estalla. El espacio que había entre personas se estrecha. La plaza se llena, grita y respira. Son 40 mil personas reunidas.
Petro sale a la tarima. La ovación se asemeja a un gol y allí está el exalcalde evocando sus tiempos cuando en esa misma plaza frenó con el respaldo de la gente al Procurador Ordóñez que pretendía destituirlo.
Y con esta manifestación remata una campaña que en cinco meses llenó 80 plazas en ciudades y veredas colombianos. En la Plaza de Bolívar la mayoría son jóvenes. Petro agita las manos y se remonta a la historia política reciente de violencia, narcotráfico y corrupción, los grandes males que Petro presidente se propone derrotar.
Fotos: Juan José Jaramillo & Rober Vivas.